jueves, 30 de agosto de 2018

Esckerosis lateral amiotròfica

Esclerosis lateral amiotrófica
Es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las neuronas motoras y otras células neuronales, produciendo una grave discapacidad y a la larga la muerte por insuficiencia respiratoria
Autor: Oskarsson , Gendron TF Staff NP Mayo Clin Proc. 2018
Resumen
  • La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las neuronas motoras y otras células neuronales, produciendo una grave discapacidad y a la larga la muerte por insuficiencia respiratoria. No se conoce del todo su patogénesis, pero los defectos del procesamiento del ARN y la acumulación de agregados proteicos en las células nerviosas pueden ser fundamentales.
     
  • La ELA se diagnostica a partir de los antecedentes de debilidad indolora y progresiva junto con disfunción de las neuronas motoras superiores e inferiores. No existen pruebas diagnósticas específicas, pero la electromiografía y las pruebas genéticas pueden apoyar el diagnóstico.
     
  • Para el tratamiento lo mejor es un equipo multidisciplinario y la mayoría de las indicaciones son para tratar los síntomas. Dos medicamentos con beneficios modestos son riluzole, antagonista del receptor de glutamato y, desde 2017, edaravone, atrapador de radicales libres. Se están estudiando otras muchas estrategias terapéuticas, entre ellas las células madre.

ANTECEDENTES
La ELA fue descrita en 1869 por el gran neurólogo francés Charcot.
La pérdida de las neuronas motoras inferiores, que se extienden desde la médula espinal hasta los músculos, produce debilidad muscular, atrofia, calambres y fasciculaciones. Estas neuronas contribuyen más a la mortalidad que la pérdida de las neuronas superiores del cerebro, que causa espasticidad, torpeza, reflejos vivos y limitaciones funcionales.
Actualmente se sabe que también se pueden afectar sectores no motores del cerebro, como la corteza frontotemporal, con producción de trastornos cognitivos y conductuales.
EPIDEMIOLOGÍA
El US National ALS Registry Act fue aprobado en 2008 por el Congreso para recolectar y organizar la información acerca de quienes padecen ELA y sus causas posibles. Estos datos se recolectaron durante 6 años.
El programa aumentó considerablemente los conocimientos sobre la epidemiología de la ELA y estima que su prevalencia en los E.E.U.U. es de 5 casos x 100.000 habitantes. La mediana de supervivencia de los pacientes con ELA es de 2 a 3 años desde el inicio de los síntomas. La muerte se produce por insuficiencia respiratoria.
La enfermedad es un poco más frecuente en los hombres que en las mujeres y la evolución es más rápida en pacientes que la adquieren en edad avanzada, cuando el sitio de origen es bulbar, cuando hay deterioro cognitivo y en presencia de ciertos genotipos.
El 10% es familiar debido a una mutación genética que se hereda de forma autosómica dominante.
Aunque no hay factores de riesgo ambientales ligados irrefutablemente a la ELA, se sospecha que estos podrían ser el tabaquismo, la práctica deportiva, el servicio militar, el traumatismo de cráneo, el plomo y las sustancias tóxicas vinculadas con la agricultura.
PATOGÉNESIS
Enfermedad neurodegenerativa que destruye el sistema motor y las zonas que participan en la cognición y la conducta
Una característica común de muchas enfermedades neurodegenerativas es la acumulación de agregados proteicos en las células del sistema nervioso.
  • El principal componente de estos agregados es una proteína denominada TDP-43.
  • Las inclusiones de TDP-43 pueden ser tóxicas y alterarían la función de las neuronas.
La alteración del metabolismo del ARN contribuye a la patogénesis de la ELA. Las mutaciones de varias proteínas que se unen al ARN serían responsables de la enfermedad. Mediante las funciones realizadas en el núcleo y el citoplasma, estas proteínas que se unen al ARN determinan la degradación del mismo.
Una de estas funciones esenciales sería el reclutamiento de transcriptores del ARN mensajero en gránulos de estrés formados en el estrés celular. Los gránulos de estrés son organelas citoplasmáticas carentes de membrana, compuestas por ARN, factores de iniciación y traslación, ribosomas 40S y proteínas que se unen al ARN.
Una vez que el episodio estresante cesa, estos gránulos se desacoplan, pero si están alterados, la respuesta al estrés se afecta.
Otros numerosos mecanismos patológicos están involucrados en diversos pasos del proceso neurodegenerativo de la ELA, entre ellos la disfunción mitocondrial, el daño oxidativo, la excitotoxicidad, la inflamación y los defectos en el transporte intracelular y nucleocitoplasmático.
La ELA no es solo una enfermedad de las neuronas, sino que también participan, y posiblemente sean necesarios, otros tipos de células, como los astrocitos, la microglía, los macrófagos y potencialmente los oligodendrocitos.
En la mayor parte de los pacientes con ELA, la enfermedad tiene un sitio focal de comienzo que se extiende a lo largo de las vías neuroanatómicas y podría sugerir una trasmisión tipo priones a los tejidos susceptibles.
Por último, el concepto de ELA como una sola enfermedad también se ha cuestionado. Como ya se dijo, existen numerosas variantes genéticas y quizás factores de riesgo ambientales que pueden llevar a fenotipos clínicos de enfermedad de la neurona motora superior y la neurona motora inferior que se superponen y causar ELA a través de mecanismos que pueden ser comunes o diferentes.
ATENCIÓN CLÍNICA
La ELA sigue siendo una enfermedad que no tiene una prueba diagnóstica específica. El diagnóstico se basa sobre los antecedentes de debilidad indolora progresiva y los datos del examen físico de disfunción de las neuronas motoras superior e inferior.
Los síntomas iniciales de ELA varían según el grado de afectación de estas neuronas y según qué zonas  del cuerpo están comprometidas. La zona donde se manifiestan las insuficiencias neurológicas indica qué otras enfermedades pueden producir los síntomas observados y así ayuda al diagnóstico diferencial.
Las manifestaciones clínicas oscilan desde el habla espástica causada por pérdida de las neuronas motoras superiores hasta el pie caído causado por pérdida de las neuronas motoras inferiores. El diagnóstico, por lo tanto, puede ser incierto al inicio y solo con el desarrollo de otras características se podrá determinar con mayor certeza.
Las evaluaciones electrofisiológicas (electromiografía y estudios de la conducción nerviosa) suelen ser las pruebas más importantes para ayudar al diagnóstico, pero los estudios de neuroimagen y serológicos también pueden ser valiosos.
Las enfermedades a considerar en el diagnóstico diferencial se encuentran en el cuadro siguiente.
Cuadro. Enfermedades que se deben considerar en el diagnóstico diferencial de ELA
Zona afectadaHallazgos sospechosos de neurona motora superiorHallazgos sospechosos de neurona motora inferior
BulbarLesión de tronco cerebral (accidente cerebrovascular, esclerosis múltiple, tumor)Lesión de tronco cerebral (accidente cerebrovascular, esclerosis múltiple, tumor), trastornos de la unión neuromuscular (miastenia gravis, miastenia músculoespecífica tirosina cinasa), atrofia muscular bulboespinal
CervicalMielopatía cervicalNeuropatía motora multifocal, radiculopatía cervical
LumbosacraMielopatía torácicaRadiculopatía lumbosacra
 La norma asistencial para la ELA se halla en los parámetros de práctica de 2009 de la American Academy of Neurology y varias otras instituciones , entre ellas el United Kingdom’s National Institute for Health and Care Excellence, con sus recomendaciones de 2016.
Existen diferencias entre las guías, debido a las diferentes fechas de publicación y también a diferencias en la metodología. Por ejemplo el parámetro de práctica de la American Academy of Neurology es más estricto y no hace recomendaciones si no tienen evidencia de alta calidad,
mientras que los otros documentos proporcionan recomendaciones basadas sobre las opiniones de expertos. La guía del National Institute for Health and Care Excellence, que es más abarcativa, recomienda derivar rápidamente al neurólogo. Todos recomiendan el enfoque multidisciplinario para los pacientes con ELA.
Hasta hace poco, los tratamientos para la ELA se limitaban al riluzole, un liberador de la inhibición de glutamato aprobado para el tratamiento de la ELA en 1995. Es un medicamento generalmente bien tolerado, pero de potencia limitada.
En estudios clínicos se observó un beneficio de supervivencia de aproximadamente 3 meses. No se halló ningún efecto sobre la función o la calidad de vida. Muchos pacientes emplean tratamientos complementarios y alternativos, por ejemplo vitaminas y suplementos nutritivos. Si bien algunos suplementos tienen fundamento científico, no hay suficiente evidencia de estudios clínicos que lo corroboren. Conviene aconsejar a los pacientes para evitar que empleen tratamientos peligrosos.
El 25% - 50% de los pacientes con ELA sufren afección pseudobulbar
Debido a la potencia limitada de los agentes que modifican la enfermedad el tratamiento se centra en el tratamiento de los síntomas. Esto incluye evaluaciones cognitivas y conductuales, ya que los síntomas del pensamiento y la conducta se reconocen cada vez más en los pacientes con ELA y esto puede impactar sobre el curso de la enfermedad, el tratamiento de los síntomas y la toma de decisiones. Desafortunadamente, no hay medicamentos que sean realmente útiles para la disfunción cognitiva conductual.
El 25% - 50% de los pacientes con ELA sufren afección pseudobulbar. Este trastorno neurológico, también llamado trastorno de expresión emocional inapropiada, se caracteriza por la tendencia a llorar o reír sin control o fuera de proporción con la emoción experimentada.
Estos arrebatos pueden ser incongruentes con el estado de ánimo, al manifestar la tristeza como risa o la alegría como llanto. Varios medicamentos, entre ellos la combinación de dextrometorfan y quinidina, aprobada por la FDA, pueden ser eficaces para controlar el síntoma. El diagnóstico de ELA es un factor de estrés psicológico importante.
La depresión y la desesperanza son factores pronósticos negativos para la ELA y se los debe tratar. La consejería y los grupos de apoyo de pares para pacientes y para quienes los cuidan son valorados. La fatiga es otro síntoma frecuente que se ha tratado con éxito con estimulantes, y los problemas respiratorios que contribuyen a ella se deben tratar. La mayoría de los pacientes experimentan dolor no neuropático, que a menudo se debe a problemas articulares de la espalda y se deben tratar según su origen.
Los calambres musculares afectan a la mayoría de los pacientes con ELA y pueden ser dolorosos. La mexiletina está surgiendo como tratamiento posible y como alternativa a la quinina, que la FDA ya no recomienda.
La insuficiencia respiratoria es la causa principal de muerte en los pacientes con ELA. Las pruebas de función pulmonar, la oximetría de pulso nocturna y los síntomas referidos por el paciente pueden contribuir a evaluar la progresión de la debilidad respiratoria.  
La respiración asistida, con presión positiva no invasiva, puede prolongar considerablemente la vida y también ayudar a mejorar la calidad de vida. Últimamente la tendencia consiste en emplear técnicas de volumen controlado en lugar de las controladas por presión.
La ventilación no invasiva suele fracasar a la larga y es necesario un procedimiento invasivo (por ej, traqueotomía). El paciente y quienes se ocupan de él deben ser informados acerca de las consecuencias de la ventilación invasiva a fin de que puedan tomar decisiones informadas.
No efectuar a tiempo la traqueotomía puede conducir a una muerte prevenible, pero la traqueotomia de urgencia efectuada sin saber bien el resultado alejado puede tener consecuencias negativas.
También se recomiendan estrategias para mantener la distensibilidad pulmonar y ayudar para la desobstrucción de las vías respiratorias.
Los fármacos que reducen el estímulo respiratorio, como los opioides y las benzodiacepinas, se deben evitar, de ser posible, hasta el estado terminal de la enfermedad. Los estimulantes del nervio frénico, también llamados marcapasos diafragmáticos, no son eficaces en el ELA. La pérdida de la función vocal se puede compensar con dispositivos especiales.
La dificultad para la deglución puede producir aspiración y desnutrición. La ELA necesita aumento de las calorías y el descenso de peso se relaciona con menor supervivencia. Se observan valores bajos de vitamina D en la ELA, pero estudios recientes sugieren que la vitamina D no es un marcador pronóstico independiente.
Técnicas de deglución seguras y modificaciones de la dieta pueden prolongar la independencia funcional. La gastrostomía es el tratamiento estándar para asegurar la nutrición adecuada, si bien no siempre prolonga la supervivencia. Para los pacientes con respiración asistida continua es probable que la alimentación por gastrostomía sea necesaria para obtener el máximo beneficio del tratamiento respiratorio.
La sialorrea debida a las dificultades deglutorias se puede tratar con anticolinérgicos, inyecciones de toxina botulínica en las glándulas salivales o radioterapia. Las secreciones orales y faríngeas se pueden eliminar con un aspirador. Las secreciones espesas se tratan con hidratación, mucolíticos orales o acetilcisteína en nebulizaciones.
Independencia funcional
Se pueden utilizar muchos dispositivos para conservar la independencia funcional. Algunos de los más recetados son ortesis de tobillo y pie, andadores, sillas de ruedas, camas de hospital, equipos para aseo personal y ascensores. La fisioterapia y la terapia ocupacional pueden aumentar al máximo el beneficio de estos dispositivos y proporcionar amplitud de movimientos y programas de ejercicio para conservar la función y disminuir el dolor.
Espasticidad
Si bien la espasticidad es un síntoma de la neurona motora superior que puede causar dolor y limitar la función, ocasionalmente brinda un grado de beneficio funcional, al permitir a los pacientes realizar actividades donde un miembro rígido es más útil que uno flácido.
El baclofen y otros relajantes musculares orales son el pilar del tratamiento, pero las inyecciones de toxina botulínica y, para algún paciente, el implante de bombas de baclofen también son útiles.
Constipación
La constipación es un problema frecuente en la ELA; la administración de líquidos, fibra y laxantes ayudan a manejarla. El tenesmo vesical es otro síntoma que se puede tratar con anticolinérgicos y toxina botulínica intravesical. No se sabe a ciencia cierta si estos síntomas son secundarios a la inmovilidad o se deben a la afectación del sistema neurovegetativo debido a la ELA.
Asistencia personalizada
Los planes terapéuticos se deben hacer a la medida de cada paciente, según los objetivos de este. La mayoría de los pacientes con ELA morirán debido a esta enfermedad y muchos de ellos tendrán preguntas acerca de este proceso.
Si el paciente desea este tipo de información, se le debe brindar información fáctica y compasiva sobre el proceso de su muerte, que puede contribuir a desmitificar y disminuir así la ansiedad. Para la mayoría de los pacientes la muerte se puede describir como tranquila y la ansiedad y la disnea terminales se controlan con oxígeno, opioides y benzodiacepinas.
Los pacientes a menudo tienen preguntas acerca del suicidio asistido, que es legal en muchos estados de los E.E:U.U. Esta sigue siendo una cuestión ética y legal compleja, pero la aceptación del suicido como opción apropiada en estos casos está aumentando.
La mayoría de los pacientes con ELA no emplean esta opción aún donde es legal. El deterioro cognitivo junto con las dificultades para la toma de decisiones y para entender problemas complejos pueden dificultar aún más este tipo de conversaciones.
TRATAMIENTO APROBADO RECIENTEMENTE
Edaravone es un fármaco intravenoso para el tratamiento de la ELA, aprobado por la FDA en mayo de 2017, aproximadamente dos años después de su aprobación en Japón y Corea del sur. En Europa se recomiendan otros estudios antes de su aprobación.
Edaravone se aprobó primero en Japón en 2001 para el tratamiento del accidente cerebrovascular (ACV) y se lo ha administrado a más de 1,7 millones de pacientes. El empleo de este fármaco, atrapador de radicales libres, se evaluó después para otras enfermedades neurológicas, entre ellas la ELA, en varios estudios clínicos.
Un estudio aleatorizado con 139 pacientes con ELA, que duró solo seis meses y con criterios de selección de los participantes algo estrechos  tuvo resultados notables. Mostró enlentecimiento en la progresión de la enfermedad en el 33% según el puntaje de la escala ALSFRS-R.
Las mediciones de la calidad de vida concordaron, mostrando que la disminución de la misma fue significativamente más lenta. Las mediciones respiratorias también mejoraron, pero sin alcanzar significación estadística.
El edaravone se administra por vía intravenosa en ciclos diarios durante dos semanas, seguidos por otras dos semanas sin tratamiento. Los ciclos siguientes permiten interrumpir el tratamiento durante los fines de semana.
La semivida del fármaco es de aproximadamente 4,5 – 6,0 horas, lo que sugiere que su administración más frecuente podría ser útil. La mayoría de los pacientes en los estudios estaban recibiendo riluzole al mismo tiempo y ambos medicamentos se pueden emplear juntos.
Las características de seguridad del fármaco son favorables y más pacientes en la rama placebo experimentaron episodios adversos que los pacientes que recibían el fármaco en el estudio japonés. Lo mismo se observó en la experiencia del autor de este artículo en los E:E:U.U.
Las reacciones alérgicas, entre ellas anafilaxia, son las reacciones más graves informadas. Edaravone no tiene interacciones con otros fármacos y no necesita ajustar la dosis frente a disfunción renal o hepática moderada.
Como parte de la autorización de edaravone, la FDA solicitó otros estudios para evaluar el efecto de dosis más altas y frecuentes. Edaravone también se está desarrollando como medicación oral.
TRATAMIENTOS A FUTURO
Actualmente hay muchos estudios de diversas fases sobre la ELA. La falta de biomarcadores de la enfermedad es probablemente el factor más limitante para el desarrollo terapéutico en este momento, pero se están explorando muchos enfoques para corregir esta deficiencia.
> Células madre
Durante los últimos años hubo mucho interés sobre los tratamientos con células madre para la ELA y otras enfermedades neurodegenerativas. Los tratamientos con células madre se hallan ahora en estudios clínicos de fase 1, 2 y hasta 3. El objetivo de los enfoques actuales es principalmente proteger las neuronas motoras supervivientes a través de efectos paracrinos (neuroprotección) y no se busca reemplazar las neuronas motoras muertas.
Las células estromales mesenquimales (CEM) se emplean para la ELA debido a su capacidad para segregar factores neurotróficos y modular el sistema inmunitario, dos mecanismos que enlentecen el curso de la enfermedad en modelos en animales. Las CEM provienen de los pericitos en varios tipos de tejidos (grasa, tejido conectivo, médula ósea, pulpa dental) y se cree que intervienen en la cicatrización de los tejidos y también se pueden diferenciar en hueso, cartílago y grasa.
Se las aísla de biopsia de tejido graso o de la médula ósea, se aumenta in vitro y se las inyecta en el espacio intratecal a través de una punción lumbar (con inyecciones simultáneas intravenosas o intramusculares) o directamente en el espacio intrarraquídeo. Algunos grupos también crearon medios que aumentan la secreción del factor neurotrófico de las CEM y otros emplean estrategias genéticas para aumentar la secreción de factores específicos.
La seguridad de los tratamientos con CEM  ha sido buena y la ventaja es que no necesitan inmunosupresión concomitante. Aunque ninguno de estos estudios de fase temprana tienen el suficiente poder estadístico  para demostrar eficacia, hay informes de beneficios subjetivos y estudios de casos que sugieren que un subconjunto de pacientes puede responder al tratamiento.
Un estudio de fase 3 comenzó recientemente utilizando la administración intratecal de CEM autólogas que sobreexpresan factores neurotróficos.
Otra estrategia con células madre utiliza precursores del linaje de la neuroglía para tratar la ELA. Con este enfoque, se desarrollaron líneas de células madre del tejido neural fetal, que se inyectan directamente en el cuerno anterior de la médula espinal.
Debido a que las células son alogénicas, es necesaria la inmunosupresión para prevenir el rechazo del trasplante. Se efectuaron estudios clínicos de fase 1 y 2 utilizando células madre obtenidas de tejido medular de fetos humanos. Se halló beneficio modesto en un subconjunto de pacientes y se están planeando estudios multicéntricos más grandes.
> Otros fármacos
Actualmente se están investigando numerosos fármacos para el tratamiento de la ELA, entre ellos el inhibidor de la tirosina cinasa masitinib, con efectos similares a los de riluzole o edaravone. Pueden ser necesarios más estudios antes de que se le otorgue autorización para su empleo.
El conocimiento de que variantes genéticas causan ELA proporciona blancos presuntos para el tratamiento, aunque no se conozcan del todo los mecanismos patológicos iniciados por el gen mutado. La alteración directa de la expresión del gen mutado puede debilitar pasos esenciales en el desarrollo de la enfermedad.
En un estudio clínico de fase 1, la administración intratecal de oligonucleótidos antisentido diseñados para inhibir la expresión de SOD1 fue bien tolerada por los pacientes con ELA familiar SOD1y hay un segundo estudio en marcha.
Asimismo, el descubrimiento de expansiones repetidas de C9orf72 como causa de ELA reveló una estrategia terapéutica para esa forma más frecuente de la enfermedad. Se cree que muchos de los efectos adversos producidos por esta mutación se deben a la acumulación de ARN transcritos por C9 o f72.
Estos ARN transcritos interactúan en forma aberrante y sirven de matrices para la síntesis de proteínas, muchas de las cuales son tóxicas. Por lo tanto se están desarrollando como posibles tratamientos, oligonucleotidos antisentido que actúan sobre estos transcritos y los degradan.
CONCLUSIÓN
La ELA sigue siendo una enfermedad neurodegenerativa que destruye el sistema motor y con frecuencia afecta también las zonas neuroanatómicas que participan en la cognición y la conducta.
Causas genéticas identificables que constituyen blancos terapéuticos potenciales, son responsables de una parte de los casos esporádicos y de la mayoría de los casos con antecedentes familiares; quedan así la mayor parte de los casos sin una etiología claramente definida.
No obstante, hubo adelantos significativos en la explicación de la patogénesis de la ELA. Se espera también poder conocer los factores ambientales que podrían ser importantes.
Se demostró que dos medicamentos, riluzole y edaravone, son eficaces para el tratamiento de la ELA, pero se necesitan más tratamientos. Las estrategias terapéuticas actuales son paliativas, con el objetivo de proporcionar mejor calidad de vida y mayor supervivencia, siendo la respiración asistida el mejor enfoque.
Al conocerse mejor las causas genéticas de base y la patogénesis de la ELA, están en desarrollo muchos nuevos tratamientos que se espera que sean más eficaces que los actuales en el futuro próximo.
Resumen y comentario objetivo: Dr. Ricardo Ferreira

El correo electrònico en la consulta de Parkinson

El correo electrónico en la consulta de Parkinson: ¿soluciones a un clic?
Neurologia 2018;33:107-11 - DOI: 10.1016/j.nrl.2016.05.020
Introducción
La utilización del correo electrónico en la relación médico-paciente conlleva una serie de ventajas por ser un medio de comunicación rápido, fácil, económico y seguro, que ofrece amplias posibilidades. Asimismo, permite un tiempo de reflexión sobre el motivo de consulta superior al de la visita personalizada o al de la interconsulta profesional: esto favorece una buena continuidad asistencial. Los mensajes electrónicos quedan registrados, lo que facilita al paciente recordar el consejo médico y, al profesional, dejar constancia de su evaluación clínica y del tiempo en que se emite en medio escrito, facilita la transmisión de datos clínicos y de resultados de pruebas diagnósticas1. Los correos institucionales cuentan con garantías de privacidad para manejar información clínica por este medio.
Las enfermedades que cursan con trastornos del movimiento TM plantean frecuentemente problemas clínicos complejos, y pueden ser insuficientes la duración y frecuencia de las consultas presenciales. Por este motivo, en nuestra Unidad de Trastornos del Movimiento (UTM) decidimos implementar un servicio de correo electrónico institucional dentro del marco del protocolo de atención a la enfermedad de Parkinson de nuestra comunidad2 con la intención de mejorar la atención sanitaria a nuestros pacientes y la continuidad asistencial con los especialistas de Atención Primaria (AP). El objetivo de este trabajo ha sido analizar el funcionamiento de este servicio, así como potenciales áreas de mejora, con el fin de ofrecer una asistencia adecuada a las necesidades de nuestros pacientes y sus médicos de AP (MAP).
Metodología
Presentamos un estudio descriptivo, observacional y retrospectivo sobre el funcionamiento de un servicio de atención por correo electrónico institucional para MAP y pacientes de la UTM. Se ha utilizado estadística descriptiva para exponer las distintas variables analizadas.
El protocolo de manejo y derivación de pacientes con enfermedad de Parkinson de la Comunidad de Madrid2 se elaboró en 2012 por una comisión multidisciplinar formada por especialistas en Neurología, Medicina Interna, Medicina de Familia, Psiquiatría y Geriatría, entre otros. En este protocolo se contemplaba la implementación de los sistemas de información y comunicación entre AP y las UTM a través de los correos electrónicos institucionales.
Se programaron sesiones de presentación del protocolo en los centros de AP del área de salud por parte de los miembros de la UTM de nuestro hospital terciario universitario, que se llevaron a cabo entre diciembre de 2013 y abril de 2014 y en las que se difundió la dirección electrónica institucional de contacto para AP. Fue puesto en marcha en diciembre de 2013. Desde esa fecha se comunicó también a los pacientes de forma sistemática en la consulta, lo que quedó reflejado en los informes y volantes para citas.
Nuestra consulta monográfica de TM atiende un total de 1.109 pacientes al año, y se desarrolla en 5días de consulta por semana con 4especialistas en TM.
Se revisaron retrospectivamente los correos electrónicos recibidos y enviados en un periodo de 4meses, de enero a abril de 2015, un año después de la implantación efectiva del sistema de consultas por correo electrónico.
Se analizaron datos clínicos y demográficos de los pacientes, tipo de interlocutor, número de consultas así como el motivo y actuaciones derivadas de ellas.
Los correos fueron contestados por un neurólogo experto en TM todos los días de lunes a viernes, con una demora no superior a 24 h, salvo festivos. La atención al correo electrónico se realizó antes de comenzar la consulta diaria, con acceso a la historia clínica electrónica hospitalaria y de AP de cada paciente. Las intervenciones significativas realizadas se registraron en ella.
Como control de calidad del servicio, se realizó una encuesta de satisfacción enviada por correo electrónico a los usuarios en dicho periodo de tiempo (fig. 1).

Encuesta de satisfacción.
Figura 1.
(0.26MB).
Encuesta de satisfacción.
Resultados
Entre el 1 de enero y el 30 de abril de 2015 se recibieron 137 correos electrónicos referentes a 63 pacientes (43% varones, con edad media de 71±10,5 años) y se enviaron 116 respuestas. Se recibieron una media de 1,65 mensajes por día laboral y se registraron un total de 87 episodios (media: 1,36; mediana: 1; rango: 1-5).
El diagnóstico de los pacientes por los que se consultaba fue enfermedad de Parkinson (76%), parkinsonismos atípicos (10%) y otras enfermedades (14%) (tabla 1).

Tabla 1.
Diagnósticos de los pacientes que fueron motivo de consulta
Diagnóstico N (%) 
Enfermedad de Parkinson 48 (76) 
Parálisis supranuclear progresiva 3 (5) 
Degeneración corticobasal 2 (3) 
Atrofia multisistema 1 (2) 
Parkinsonismo vascular 4 (6) 
Blefarospasmo 2 (3) 
Distonías 2 (3) 
Tics 1 (2) 
En 20 casos (32%) las consultas fueron redactadas por el propio paciente, en 38 (60%) por sus familiares y en 5 casos (8%) por su MAP. Los motivos de consulta fueron de tipo clínico en 50 (80%), de los cuales fueron deterioro clínico en 16 (32%), nuevos síntomas en 14 (28%) y efectos secundarios o dudas sobre la medicación en 20 (40%) (tablas 2 y 3).

Tabla 2.
Síntomas que fueron motivo de consulta
Síntoma N (%) 
Temblor 4 (13) 
Bloqueos motores 3 (9) 
Deterioro de la movilidad 3 (9) 
Discinesias 3 (9) 
Desorientación, deterioro cognitivo 3 (9) 
Alteraciones conductuales 2 (6) 
Alucinaciones 2 (6) 
Trastorno del sueño 2 (6) 
Náuseas y molestias gástricas 2 (6) 
Ansiedad 2 (6) 
Síntomas depresivos 1 (3) 
Caída 1 (3) 
Cefalea 1 (3) 
Ptosis tras inyección de toxina botulínica 1 (3) 
Sudoración 1 (3) 
Empeoramiento de blefarospasmo 1 (3) 

Tabla 3.
Principales fármacos que fueron motivo de consulta
Fármaco N (%) 
Carbidopa+levodopa (Sinemet®) 5 (20) 
Carbidopa+levodopa+entacapona (Stalevo®) 3 (12) 
Carbidopa+levodopa (Duodopa®) 2 (8) 
Benserazida+levodopa (Madopar®) 1 (4) 
Parches de rotigotina 2 (8) 
Quetiapina 3 (12) 
Paroxetina 2 (8) 
Mirtazapina 2 (8) 
Toxina botulínica 2 (8) 
Domperidona 1 (4) 
Olanzapina 1 (4) 
Clozapina 1 (4) 
Melatonina 1 (4) 
Por otro lado, en los restantes 13 casos (20%) el motivo de consulta fueron problemas burocráticos: relacionados con citas en 11 (85%) y solicitud de informes en 2 (15%). Como consecuencia de la consulta por correo electrónico hubo que adelantar una cita programada en 9 casos (14%), mientras que el resto de los problemas pudieron ser resueltos por el mismo medio.
La encuesta de satisfacción fue respondida por 30 usuarios (47%, 9 pacientes, 19 familiares y 2 MAP) con un alto grado de satisfacción en los 3tipos de usuarios (fig. 1). Los usuarios puntuaron la facilidad para contactar con un 9 (8-10 [p25-p75]); la rapidez del contacto con un 8 (8-9); el trato personal recibido con un 9 (9-10); el trato profesional lo valoraron con una puntuación de 9 (8-10); la utilidad de la respuesta con un 8 (8-10) y su grado de satisfacción con 9 (8-10). Ante la pregunta «¿Cree que aumenta la confianza en el profesional y en los tratamientos?» los usuarios contestaron con una mediana de 9 (8-10).
En cuanto a la comparación con otros métodos de contacto, los pacientes en general prefirieron esta vía por su comodidad y eficacia. Valoraron de este método la disponibilidad y el que las recomendaciones queden por escrito. Sin embargo, algunos pacientes comentaron que preferirían la grabación de voz por sus dificultades para el uso del teclado. Entre las sugerencias, un paciente comentó el posible uso de la videoconferencia como sustituto de las visitas presenciales.
Discusión
El presente estudio analiza el funcionamiento de un servicio de atención por correo electrónico institucional dirigido tanto a MAP como a pacientes de la UTM.
Desde nuestro punto de vista, las 2poblaciones objetivo (pacientes y MAP) quedaron representadas en la muestra, aunque, como se puede observar en los datos recogidos, son los pacientes y sus familiares los principales usuarios. El volumen de las consultas, aunque significativo, no resultó en una carga de trabajo excesiva, con una media de 1,65 mensajes por día laboral.
Como muestran los resultados de nuestro estudio, la mayor parte de los usuarios utilizó este servicio de consulta por correo electrónico por motivos clínicos, especialmente los relacionados con la medicación (principalmente efectos secundarios o dudas acerca de las dosis o la posología). Los fármacos que motivaron las consultas fueron los de prescripción habitual en pacientes con Parkinson, encabezados por las distintas preparaciones de levodopa (cerca de la mitad de las consultas), incluyendo tratamientos complejos como Duodopa® (tabla 3). Asimismo, los síntomas que motivaron la solicitud de atención por el neurólogo fueron los típicos de la enfermedad de Parkinson, en particular en su fase avanzada, entre los que destacan los bloqueos, fluctuaciones motoras, discinesias y complicaciones neuropsiquiátricas (tabla 2).
Las ventajas de este sistema son varias. Por un lado, es posible que el disponer de esta herramienta disminuyera el impacto o la incidencia de efectos secundarios de los fármacos, al poder realizar ajustes de dosis o sustituirlos de forma precoz. También podría mejorar la adherencia terapéutica, al poder aclarar o especificar precozmente las dudas sobre los regímenes de tratamiento, comúnmente complejos en el área de TM. Por otro lado, el empeoramiento clínico o la aparición de nuevos síntomas fueron también motivos de consulta frecuentes, y en la mayor parte de los casos pudieron resolverse por esta vía, lo que constituye una clara ventaja frente a visitas a urgencias o adelanto de citas programadas.
Es probable que este tipo de sistemas, además de cómodos y pragmáticos para médicos y pacientes, constituyan también un método de ahorro de recursos sociosanitarios, en el sentido de sustituir visitas a consulta (con los costes de desplazamiento, ambulancias y absentismo laboral de familiares en muchos casos), reducir costes derivados de atención urgente y de la iatrogenia derivada de desajustes de tratamientos médicos. No obstante, son necesarios estudios de impacto socioeconómico diseñados con este fin que confirmen o desmientan esta apreciación.
Llama la atención que tan solo el 32% de los correos fueron escritos por el propio paciente. Es posible que en este dato influyan factores como la edad media elevada de nuestra muestra, las dificultades motoras para el uso del teclado o el deterioro cognitivo que presentan algunos de nuestros pacientes.
Si nos centramos en los resultados de la encuesta de calidad realizada, la respuesta fue muy favorable, con un elevado grado de satisfacción por parte de los usuarios. Además, la contestación de los correos, dada la disponibilidad de la historia electrónica, no constituyó una sobrecarga asistencial excesiva para los neurólogos especialistas en TM.
La literatura científica disponible sobre este tema es escasa y se centra fundamentalmente en la comunicación vía correo electrónico entre especialistas y MAP, de forma que este último puede consultar acerca de alguno de sus pacientes con el especialista correspondiente, evitando en muchos casos la derivación del paciente. Estos estudios muestran resultados satisfactorios. En ellos se hace especial hincapié en la mejora por este método del acceso a la atención especializada (al acortar los tiempos de espera) y en el ahorro sanitario que supone, al evitar derivaciones innecesarias al especialista3–10. Keely et al.4 estudiaron un servicio de consulta electrónica (mediante una web) entre MAP y especialistas (médicos y médico-quirúrgicos), en Ottawa (Canadá). En la línea de nuestro trabajo, revisaron el funcionamiento del servicio durante 14 meses analizando las consultas realizadas, las distintas respuestas y las actuaciones derivadas de ellas, realizando además una encuesta de satisfacción a los MAP. Hubo un alto grado de satisfacción entre los usuarios, y se evitó, en la mitad de los casos, la derivación del paciente al especialista.
La principal novedad de nuestro servicio de atención por correo electrónico reside en que es el paciente (y sus familiares) el usuario fundamental del servicio, lo que potencia su autonomía y su control y responsabilidad sobre su enfermedad, algo muy relevante en la actualidad en el contexto de enfermedades crónicas. Actualmente se da gran importancia a la educación sanitaria del paciente, su involucramiento activo, lo que le ayuda a comprender sus conductas de salud y a desarrollar estrategias para vivir tan plena y productivamente como sea posible, lo que se conoce como educación de automanejo. Esta circunstancia propiciaría un empoderamiento del paciente al facilitar que se vuelva más responsable e involucrado en su tratamiento, al desarrollar y estimular sus propias habilidades11-14.
Entre las limitaciones de nuestro estudio se encuentran el haber elegido de forma aleatoria unos meses concretos (quizá haya factores estacionales que puedan influir en la casuística), así como el relativamente bajo porcentaje de participación en la encuesta de satisfacción a nuestros usuarios, que no superó el 50%. Quizá este bajo porcentaje de respuesta afecte a los resultados obtenidos, ya que cabe la posibilidad de que solo los usuarios que quedaron más satisfechos contestaron a la encuesta. Otro posible sesgo es que la encuesta, al ser realizada por correo electrónico, no fue anónima, lo cual podría haber influido en las respuestas obtenidas.
Además, no disponemos de un grupo control que no contara con este dispositivo, que sería interesante para analizar las diferencias en incidencia de reacciones adversas a fármacos, costes, visitas a urgencias y satisfacción del usuario, entre otros. Otra posibilidad sería el comparar este método con otros, como la llamada telefónica, para analizar las variables referidas.
Conclusiones
La implantación de un servicio de consulta por correo electrónico es factible en las UTM, sin constituir una excesiva sobrecarga y con una elevada satisfacción del usuario en nuestra experiencia. Es una herramienta útil para facilitar la comunicación entre neurólogo y paciente, así como la continuidad asistencial con AP.

Elevacion de la cabeza en pacientes con TEC grave

Elevación de la cabeza en pacientes con TEC grave
La colocación terapéutica de la cabeza a diferentes grados de elevación de la cabecera de la cama se ha propuesto como una manera sencilla y barata de prevenir la lesión cerebral secundaria en estos pacientes
Autor: Alarcon J, Rubiano A, Okonkwo D, Alarcón J, Martinez-Zapata M, Urrútia G, Bonfill Cosp X Fuente: Cochrane Plus Elevación de la cabeza durante los cuidados intensivos en pacientes con traumatismo craneoencefálico grave. Cochrane Database of Systematic Reviews 2017 Issue 12. Art. No.: CD009986.

Resumen

Antecedentes

El traumatismo craneoencefálico (TCE) es un problema importante de salud pública y una causa principal de morbimortalidad en todo el mundo. La carga del TCE afecta de forma desproporcionada a los países de ingresos bajos y medios.
La hipertensión intracraneal es la causa más frecuente de muerte y discapacidad en pacientes con daño cerebral. Se requieren intervenciones especiales en la unidad de cuidados intensivos para disminuir los factores que contribuyen a la lesión cerebral secundaria después del traumatismo.
La colocación terapéutica de la cabeza (diferentes grados de elevación de la cabecera de la cama [ECC]) se ha propuesto como una manera sencilla y barata de prevenir la lesión cerebral secundaria en estos pacientes.
El objetivo de esta revisión es evaluar la evidencia relacionada con los efectos clínicos de diferentes posiciones de la cabecera de la cama sobre resultados clínicos importantes o, de no estar disponibles, resultados alternativos relevantes.

Objetivos

Evaluar los efectos clínicos y fisiológicos de la ECC durante los cuidados intensivos en pacientes con TCE grave.

Estrategia de búsqueda

Se hicieron búsquedas en las siguientes bases de datos electrónicas, desde su inicio hasta marzo 2017: registro especializado del Grupo Cochrane de Lesiones (Cochrane Injuries" Specialised Register), CENTRAL, MEDLINE, Embase, en otras tres bases de datos y en dos registros de ensayos clínicos. El especialista en información del Grupo Cochrane de Lesiones (Cochrane Injuries" Information Specialist) ejecutó las búsquedas.

Criterios de selección

Se seleccionaron todos los ensayos controlados aleatorios (ECA) que incluyeron a pacientes con TCE que recibieron diferentes ECC o posiciones de la cabecera de la cama. Los estudios pueden haber tenido un diseño paralelo o cruzado. Se incluyeron pacientes adultos y niños de más de dos años de edad con TCE grave (Glasgow Coma Scale [GCS] menor de 9).
Se excluyeron los estudios realizados en niños menores de dos años de edad debido a que el cráneo no se ha fusionado. Se incluyó cualquier ECC terapéutica que comprendiera la posición supina (plana) o diferentes grados de elevación de la cabeza con o sin elevación de la rodilla o Trendelenburg invertida aplicados durante el tratamiento agudo del TCE.

Obtención y análisis de los datos

Dos autores de la revisión comprobaron de forma independiente todos los títulos y resúmenes y excluyeron las referencias que claramente no cumplieron con todos los criterios de selección, y además extrajeron los datos de los estudios seleccionados en un formulario de extracción de datos específicamente diseñado para esta revisión. No hubo casos de informe múltiple.
Cada autor de la revisión evaluó el riesgo del sesgo de forma independiente a través de la valoración de la generación de la secuencia, la ocultación de la asignación, el cegamiento, los datos de resultado incompletos, el informe selectivo de los resultados y otras fuentes de sesgo.

Resultados principales

No hay evidencia suficiente para establecer conclusiones acerca del efecto de la ECC durante el tratamiento de cuidados intensivos en pacientes con TCE
En esta revisión se incluyeron tres estudios pequeños con un diseño cruzado y un total de 20 participantes (11 adultos y nueve niños). El resultado primario fue la mortalidad; ocurrió una muerte durante los 28 días de seguimiento después del ingreso hospitalario.
Los ensayos no midieron los resultados clínicos secundarios calidad de vida, GCS ni discapacidad. Los estudios incluidos proporcionaron información solo de los resultados secundarios presión intracraneal (PIC), presión de perfusión cerebral (PPC) y efectos adversos.
No fue posible agrupar los resultados porque los datos se presentaron en diferentes formatos o no se proporcionaron datos numéricos. Se incluyeron interpretaciones narrativas de los datos disponibles.
El riesgo general de sesgo de los estudios fue incierto debido al informe deficiente de los métodos. Hubo inconsistencia notable entre los estudios en el resultado PIC y tamaños pequeños de la muestra o intervalos de confianza amplios para todos los resultados.
Por lo tanto, la calidad de la evidencia se consideró muy baja para todos los resultados y en esta revisión no se incluyeron los resultados de estudios individuales. No hay evidencia suficiente para establecer conclusiones acerca del efecto de la ECC durante el tratamiento de cuidados intensivos en pacientes con TCE.

Conclusiones de los autores

La falta de consistencia entre los estudios, la escasez de datos y la falta de evidencia para mostrar una correlación entre las mediciones fisiológicas como la PIC, la PPC y los resultados clínicos, significa que no hay seguridad acerca de los efectos de la ECC durante el tratamiento de cuidados intensivos en pacientes con TCE grave.
Se necesitan ensayos bien diseñados y más grandes que midan resultados clínicos a largo plazo para comprender cómo y cuándo diferentes posiciones de la cabecera de la cama pueden afectar el tratamiento del TCE grave.
Resultados claveA los 28 días de seguimiento después del ingreso hospitalario, un niño había muerto. Ninguno de los estudios evaluó la calidad de vida, la Glasgow Coma Scale (una medición de cuán consciente está el paciente) ni la discapacidad. Los estudios proporcionaron resultados diferentes y la confiabilidad en los resultados es muy baja, de manera que no se considera que el grupo de evidencia sea fidedigno.
En ninguno de los estudios se encontró evidencia de un cambio en la PPC debido a diferentes posiciones de la cabecera de la cama. Los resultados de la PIC fueron variados pero todavía no hay evidencia convincente de que la ECC cambie la PIC. No hay evidencia suficiente para determinar si la intervención es segura.
Un niño presentó un aumento de la PIC en respuesta a la intervención, que se resolvió cuando la altura de la cama se regresó a la posición normal. No hay seguridad acerca de los efectos de diferentes posiciones de la cabecera de la cama en pacientes con traumatismo craneoencefálico grave.

 
Calidad de la evidencia
El grupo de evidencia para esta pregunta de investigación es de calidad muy baja debido a la variabilidad en la respuesta fisiológica de los participantes de los estudios, el riesgo incierto de sesgo en los métodos de los estudios y el escaso número de pacientes reclutados en cada estudio.
Conclusiones
No hay seguridad acerca de los efectos de diferentes posiciones de la cabecera de la cama en pacientes con traumatismo craneoencefálico grave. Se necesitan ensayos grandes y bien diseñados.
Los ensayos también necesitan medir los resultados correctos en los pacientes durante períodos más prolongados para comprender cómo y cuándo diferentes posiciones de la cabecera de la cama pueden afectar a los pacientes con lesión cerebral.

Antecedentes

Descripción de la condición

El traumatismo craneoencefálico (TCE) es un problema importante de salud pública y una causa principal de morbimortalidad en todo el mundo. Mejorar los resultados de los pacientes después de un TCE requiere la implementación de intervenciones efectivas, basadas en la evidencia (March 1990; Meixensberger 1997; Ng 2004; Puvanachandra 2009). La incidencia mundial de TCE es de aproximadamente 200 por 100 000 habitantes, con una mortalidad de 20 por 100 000 habitantes.
La incidencia en diferentes países varía de 91 por 100 000 habitantes a 430 por 100 000 ingresos hospitalarios. Algunos estudios muestran variaciones regionales, con una mortalidad mayor en los pacientes lesionados en ámbitos rurales y de bajos ingresos en comparación con ámbitos urbanos y de ingresos altos (Reilly 2007).
Se ha calculado que el TCE afecta a más de 10 000 000 de personas anualmente y que el TCE sobrepasará a muchas enfermedades como la principal causa de mortalidad y morbilidad en el año 2020 (Zitnay 2005).
También es la lesión incapacitante más frecuente y representa el 26% de todas las muertes debido a traumatismo en los EE.UU., donde también es la principal causa de muerte en los niños (Bergen 2008). Los niños están sobrerrepresentados en los 1 400 000 casos de TCE y las 50 000 muertes cada año calculados por los Centers for Disease Control and Prevention (Langlois 2005).
La carga de la lesión por TCE afecta desproporcionadamente a los países de ingresos bajos y medios (PIBM), que no solo se enfrentan con una prevalencia mayor de los factores de riesgo de TCE sino también tienen sistemas de salud menos desarrollados que los países de ingresos altos y con menos recursos para hacer frente a los resultados de salud asociados.
Por lo tanto, la incidencia y la mortalidad de este tipo de lesión en los PIBM pueden ser devastadoras (Puvanachandra 2008). Las intervenciones sencillas y costo-efectivas que mejoren los resultados después del TCE serían de especial importancia para los médicos en los PIBM.
La hipertensión intracraneal es una fisiopatología frecuente en el TCE que contribuye al empeoramiento de los resultados. El pronóstico de los pacientes con hipertensión intracraneal a menudo depende de los recursos médicos, quirúrgicos y de tratamiento de cuidados intensivos disponibles para tratarlos. La hipertensión intracraneal se puede deber a uno o más mecanismos secundarios de lesión en el cerebro dañado, que incluyen el edema cerebral y las lesiones en la masa intracraneal.
La hipertensión intracraneal es la causa más frecuente de muerte y discapacidad en pacientes con daño cerebral. El tratamiento médico temprano para la hipoxia y la hipotensión, en la fase prehospitalaria y en el servicio de urgencia, son fundamentales.
Sin embargo, también se requieren intervenciones especiales en la unidad de cuidados intensivos (UCI) para disminuir los factores que contribuyen a la lesión cerebral secundaria, el edema cerebral y la presión intracraneal elevada. Algunas de estas intervenciones incluyen la elevación de la cabecera de la cama (ECC), la sedación, la administración de agentes paralíticos, el drenaje del líquido cefalorraquídeo, el tratamiento osmótico que incluye el manitol y la solución salina hipertónica, los barbitúricos, la hiperventilación y la hipotermia (Meyer 2010a; Meyer 2010b).
Han aumentado los estudios de investigación clínica y básica para comprender las respuestas fisiopatológicas asociadas con el TCE, incluidas las diferencias entre las respuestas cerebrales en la edad pediátrica que se diferencian de las del cerebro adulto con traumatismo. Además, al parecer después del traumatismo hay respuestas que dependen de la edad (Adelson 1997; Aldrich 1992; Huh 2009).

Descripción de la intervención

El objetivo de esta revisión es evaluar la evidencia relacionada con los efectos clínicos y fisiológicos de diferentes posiciones de la cabecera de la cama que incluyen la plana, la elevada a 30°, 30º con elevación de la rodilla y Trendelenburg invertida y más de 30° de elevación, en pacientes con TCE grave (Glasgow Coma Score menor de 9) durante el tratamiento agudo del TCE. Estas diferentes posiciones de la cabecera de la cama se ilustran en la Figura 1.

De qué manera podría funcionar la intervención

El tratamiento de los pacientes con TCE en la UCI se centra en la prevención de la lesión cerebral secundaria mediante la reanimación, la estabilización multisistémica y el tratamiento de la hipertensión intracraneal. La colocación terapéutica de la cabeza tiene efectos conocidos sobre los sistemas de órganos múltiples, incluidos los efectos beneficiosos sobre la fisiología cerebral en el TCE grave (Sullivan 2000).
La prevención de la lesión secundaria debido a un aumento de la presión intracraneal (PIC) y la estimulación del flujo sanguíneo cerebral (FSC) suficiente son motivos de preocupación importantes de los profesionales sanitarios que atienden los pacientes con TCE. Algunos investigadores señalan que los pacientes con hipertensión intracraneal se deben colocar en una posición horizontal. La justificación en apoyo a lo anterior es que esta posición aumentará la presión de perfusión cerebral (PPC) y así mejorará el FSC. Sin embargo, la PIC en general es significativamente mayor cuando la persona está en posición horizontal (Meixensberger 1997).
Desde los años noventa, los estudios han indicado que elevar la cabeza de la cama reduce la PIC. Sin embargo, cuando la presión de perfusión se ha medido junto con la PIC, los resultados han sido contradictorios: algunos investigadores encontraron que la PPC disminuyó con la ECC, mientras que otros no encontraron cambios (March 1990).
El edema cerebral y el aumento resultante de la PIC se pueden reducir al utilizar la ECC como un procedimiento convencional para los pacientes con TCE con hipertensión intracraneal. Se realiza con la intención de reducir la PIC a través de una intervención física no invasiva. La mejoría del retorno venoso y la distribución del líquido cefalorraquídeo (LCR) al espacio espinal subaracnoideo son, en teoría, algunos de los efectos beneficiosos de elevar la cabeza por encima del nivel del corazón (Fan 2004; Magnaes 1978).
Las vías principales para el drenaje venoso cerebral incluyen el sistema de senos profundos y superficiales y las venas yugulares interna y externa (Kenning 1981). Estos sistemas venosos son canales sin válvulas que permiten el retorno venoso cerebral sin interrupción después de la ECC. La repercusión postural sobre la hemodinámicas sistémica da lugar al desplazamiento súbito de aproximadamente el 30% del volumen sanguíneo de la porción superior del cuerpo a las venas periféricas.
Además de la presión intravascular en el corazón, la gravedad contribuye a más presión en los vasos por debajo del corazón, por lo que ponerse de pie causa que las venas compensatorias se distiendan (Fan 2004). Lo anterior se conoce como acumulación venosa, un efecto de la presión hidrostática. Juntos, la redistribución del LCR y la acumulación venosa reducen el retorno venoso al corazón (Fan 2004).
Es una práctica frecuente colocar a los pacientes con TCE en la cama con la cabeza elevada por encima del nivel del corazón para reducir la PIC. La base teórica es que la cabeza está por encima del nivel del corazón en el eje vertical y, como resultado, el LCR se redistribuye del espacio craneal al subaracnoideo espinal (Kenning 1981), lo que facilita el retorno venoso cerebral (Magnaes 1976; Magnaes 1978; Marmarou 1975; Potts 1973).
Sin embargo, se ha informado que la posición supina puede mejorar la PPC (Ng 2004). En resumen, el efecto de 0°, 30º y más de 30° de ECC en la PIC, la PPC, el FSC, la presión carótida media y otros parámetros fisiológicos cerebrales y sistémicos se ha estudiado en pacientes con traumatismos craneoencefálicos (Meixensberger 1997) con diferentes resultados y hasta la fecha no hay evidencia sólida para indicar una influencia beneficiosa de ninguna estrategia de ECC.
Algunos datos indican que se prefiere un enfoque individual para la ECC a diferentes grados, a una posición plana.
La ECC puede significar un dilema para los profesionales sanitarios porque, en ciertas circunstancias, la elevación de la cabeza de la cama puede disminuir la PIC, mientras la ECC puede tener el riesgo de aumentar la PIC y la isquemia cerebral en los pacientes con deterioro de la autorregulación cerebral o presión arterial inestable (Ledwith 2010; Rosner 1986; Simmons 1997). De manera adicional, hasta la fecha las series de casos clínicos de TCE en edad pediátrica pocas veces incluyen una descripción del grado de ECC (Tasker 2012).
En la actualidad se desconoce cuál es la PPC óptima o "apropiada para la edad" en el TCE en edad pediátrica y no hay evidencia de que plantearse como objetivo una PPC específica para una edad específica en el paciente pediátrico mejore el resultado (Chambers 2001; Huh 2009).
En un estudio reciente, se indicó que los valores de la PPC de 53 mmHg para los dos a seis años de edad, 63 mmHg para los siete a diez años de edad y 66 mmHg para los 11 a 16 años de edad representan los valores mínimos para un resultado favorable (Chambers 2005).
RESULTADOS Y DISCUSIÓNPara una presentación detallada de los resultados y de los gráficos, ver la versión PDF en inglés de esta revisión.

Resumen de los resultados principales

En esta revisión se incluyeron tres estudios cruzados pequeños con un total de 20 participantes asignados al azar. Cada participante constituyó su propio control en el diseño cruzado.
La escasez de datos disponibles, la inconsistencia entre los estudios, la heterogeneidad de las respuestas individuales a la intervención, el riesgo incierto de sesgo y el escaso poder estadístico de los estudios incluidos significan que no hay seguridad con respecto al efecto de la ECC en el TCE grave a partir de este grupo de evidencia.
A los 28 días de seguimiento después del ingreso hospitalario, un participante había muerto. Ninguno de los estudios evaluó los resultados clínicos calidad de vida, discapacidad ni la Glasgow Coma Score. Ninguno de los participantes presentó un evento adverso duradero durante el estudio.
Evidencia de calidad muy baja de dos ECA realizados en adultos con TCE grave no mostraron evidencia de un efecto beneficioso de la ECC a los 30º en la PIC ni la PPC (March 1990; Winkelman 2000).
En los niños, un único estudio con nueve participantes (Agbeko 2012) indicó que la ECC (de al menos 30°) reduce la PIC sin comprometer la PPC. Sin embargo, hubo heterogeneidad alta entre los participantes, que al parecer se relaciona con la talla de los participantes, y hubo algunas respuestas paradójicas. Se tiene una confianza muy pequeña en este resultado debido a la calidad muy baja de la evidencia.
Dos estudios utilizaron la misma técnica para la medición de la PIC (Agbeko 2012; Winkelman 2000). Los tres estudios utilizaron el mismo enfoque para medir la PPC (Agbeko 2012; March 1990; Winkelman 2000).

Exhaustividad y aplicabilidad de la evidencia

En general, el objetivo de esta revisión no se completó porque ninguno de los estudios incluidos evaluó resultados clínicos de interés como la calidad de vida y la discapacidad. En consecuencia, no se pueden establecer conclusiones acerca de los efectos de la ECC sobre estos resultados.
La aplicabilidad de la evidencia es baja, ya que los ECA incluidos en esta revisión son demasiado pequeños y limitados en el diseño para poder determinar si hubo efectos clínicos beneficiosos o riesgos asociados con el uso de la ECC. Se necesitan estudios más nuevos y de alta calidad, preferentemente ECA, con muestras más grandes, en pacientes adultos y niños.
De manera ideal, estos estudios deben medir resultados clínicos o, alternativamente, mostrar la relación entre la PIC, la PPC y la mortalidad, la discapacidad o el tiempo transcurrido hasta la recuperación.
Muchas de las intervenciones utilizadas en el tratamiento agudo de la TCE en los cuidados intensivos o de pacientes críticos no están disponibles en los países de bajos ingresos donde se encuentra la mayoría de la población con TCE (Stelfox 2008). Por lo tanto, la evaluación de la utilidad de esta intervención sencilla es de gran interés en estos ámbitos.

Calidad de la evidencia

La calidad del grupo general de evidencia para la intervención ECC para el TCE grave es muy baja debido a la escasez de datos disponibles, la inconsistencia entre los estudios, la heterogeneidad dentro de los estudios, el riesgo incierto de sesgo y el escaso poder estadístico de los estudios incluidos.
Lo anterior significa que se tiene una confianza muy pequeña en estos resultados y hay mucha limitación en las conclusiones que se pueden establecer acerca de esta intervención.
Conclusiones de los autores

Implicaciones para la práctica

La falta de consistencia entre los estudios, la escasez de datos, la variabilidad en las respuestas observadas entre los participantes y la falta de evidencia para mostrar una correlación apropiada entre este efecto y los resultados clínicos, impiden establecer conclusiones con respecto a la práctica.
Según estos resultados parece razonable indicar que el ángulo óptimo de elevación de la cabecera de la cama (ECC) se debe decidir de manera individual después de un análisis de la respuesta de la presión intracraneal (PIC), la presión de perfusión cerebral (PPC) y el flujo sanguíneo cerebral (FSC) en cada posición de la cabecera de la cama.
Es posible que esta relación se deba analizar diariamente, y tener en cuenta qué objetivo clínico es aconsejable (disminución de la PIC o mantenimiento/aumento de la PPC) para cada paciente particular.