martes, 23 de julio de 2024

Deterioro vascular cognitivo y demencia

 Autor/a: Costantino Iadecola, Marco Duering, Vladimir Hachinski, Anne Joutel, Sarah T. Pendlebury, Julie A. Schneider, Martin Dichgans  J Am Coll Cardiol. 2019 July 02; 73(25): 3326–3344.

Introducción

La demencia se caracteriza por un deterioro progresivo e implacable de la capacidad mental. La edad avanzada es el principal factor de riesgo. Las alteraciones en los vasos sanguíneos cerebrales han estado implicadas por mucho tiempo en el desarrollo del deterioro cognitivo relacionado con la edad.

Con los avances en la comprensión de la patología molecular de la enfermedad de Alzheimer (EA), el término demencia se convirtió en sinónimo de EA, y el impacto cognitivo de la patología vascular se pasó por alto en comparación con la patología neurodegenerativa.

Más recientemente, una gran cantidad de observaciones epidemiológicas, clínico-patológicas y científicas ha llevado a una reevaluación del rol de los factores vasculares en el deterioro cognitivo, y ha identificado a la disfunción y el daño vascular como componentes críticos de la fisiopatología de la demencia en la vejez, incluida la EA.

Características clínicas

La demencia se refiere a una disminución de la capacidad mental lo suficientemente grave como para interferir con la vida diaria. La guía del Estudio de Consenso de Clasificación de Deterioro Vascular de la Cognición (VICCCS) define al deterioro vascular cognitivo (DVC) mayor (Demencia vascular-Dva) como déficits clínicamente significativos en al menos 1 dominio cognitivo lo suficientemente severos como para causar una interrupción severa de las actividades de la vida diaria.

El segundo requisito para DVC leve o DVC mayor (Dva) es la evidencia de imagen de enfermedad cerebrovascular.

Clasificación

Según el VICCCS, la Dva se puede clasificar en 4 subtipos principales:

1) Demencia después de un accidente cerebrovascular (DPACV), que se manifiesta dentro de los 6 meses posteriores a un ACV.

2) Demencia vascular isquémica subcortical (DvaIS).

3) Demencia por infarto múltiple (cortical).

4) Demencia mixta.

Los pacientes con evidencia de patologías mixtas (ej., vasculares y EA) se evalúan para especificar la causa predominante de la demencia (ej., Dva-EA o EA-Dva). Para un diagnóstico de Dva o DVC leve, la nueva guía VICCCS generalmente requiere imágenes por resonancia magnética (RM) y evidencia de lesiones vasculares que califican para uno de los principales subtipos de diagnóstico.

Dominios cognitivos afectados y evaluación clínica

El perfil y la evolución temporal de los déficits cognitivos en el DVC y Dva menores es variable. El deterioro cognitivo puede desarrollarse de forma gradual, paso a paso o mediante una combinación de ambos.

Un hallazgo común en pacientes con lesiones vasculares cerebrales son las deficiencias en la función ejecutiva y la velocidad de procesamiento. Otro hallazgo común son los déficits en el recuerdo tardío de listas de palabras y el contenido visual.

En la práctica clínica, la evaluación cognitiva debe incluir los siguientes 5 dominios: función ejecutiva, atención, memoria, lenguaje y función visuoespacial. En ciertos casos, una prueba cognitiva detallada no es factible ni significativa (ej., en pacientes con depresión o demencia grave, o ACV agudo). Las pruebas se pueden diferir de 3 a 6 meses si es clínicamente apropiado.

Un instrumento adecuado para el cribado cognitivo en pacientes con enfermedad vascular es la Evaluación Cognitiva de Montreal (MoCA). Una puntuación MoCA baja en la fase aguda post ACV es predictiva de varios resultados adversos a largo plazo, incluido el deterioro cognitivo. Las herramientas de evaluación del delirio incluyen la escala de calificación del delirio y el método de evaluación de la confusión.

La neuroimagen de la Dva debe evaluar:
1) atrofia cerebral general, tamaño ventricular y atrofia temporal medial;
2) hiperintensidades de la sustancia blanca (HSB);
3) infarto (número, tamaño de infartos grandes [>1 cm] y pequeños [3 a 10 mm], y ubicación); y
4) hemorragia (número, tamaño de hemorragias grandes [>1 cm] y pequeñas [<1 cm], y ubicación).

Epidemiología

La demencia está fuertemente asociada con la edad y, en personas más jóvenes, a menudo se relaciona con desordenes genéticos. La incidencia y prevalencia de la demencia aumenta exponencialmente desde los 75 años.

Sin embargo, la prevalencia específica por edad y la incidencia de demencia por todas las causas ha disminuido en las últimas décadas, debido a una mejor educación, condiciones de vida y atención de la salud.

La prevalencia del deterioro cognitivo leve (DCL) sin demencia también está fuertemente relacionada con la edad, siendo más común en los más jóvenes. En general, se afirma que la Dva es la segunda causa más común de demencia en la vejez en poblaciones caucásicas. La prevalencia de DVC es incierta, pero es un factor de riesgo de progresión a demencia y también de mortalidad.

Demencia después de un ACV

En general, ~1 de cada 10 pacientes tiene demencia antes del ACV y 1 de cada 10 desarrolla demencia en el 1° año después de un primer ACV. Estas tasas varían según las características clínicas, y existen fuertes asociaciones con la gravedad del ACV.

El riesgo de DCL también aumenta después de un ACV y un accidente isquémico transitorio (AIT), con aceleración del deterioro cognitivo y mayor disminución de la cognición global en afroamericanos, varones y luego de un ACV cardioembólico o de grandes arterias.

La trayectoria cognitiva de los pacientes individuales es heterogénea y difícil de predecir, pero la mejora puede ir seguida de un deterioro cognitivo a más largo plazo, especialmente en pacientes de edad avanzada.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo de demencia se superponen con los del ACV apoyando el concepto de susceptibilidad compartida, como también lo sugiere su relación epidemiológica. El factor de riesgo de demencia por todas las causas está aumentando con la edad.

Otro factores de riesgo son el sexo femenino y los determinantes genéticos. La apolipoproteína E4 es un factor de riesgo importante para la EA, especialmente en las mujeres.

Los factores de riesgo modificables se pueden dividir en factores protectores vs. aquellos que aumentan el riesgo de demencia. Los protectores incluyen marcadores reserva cognitiva (resiliencia frente al cambio relacionado con la edad y la enfermedad) como educación superior/coeficiente intelectual, ocupación, redes sociales y actividad cognitiva y física.

Existe una fuerte evidencia que vincula la hipertensión de la mediana edad y la diabetes con factores vasculares y demencia de Alzheimer. La diabetes parece aumentar principalmente la carga de enfermedad cerebrovascular, aunque no la frecuencia de Alzheimer.

Existe alguna evidencia de vínculo entre el colesterol y la obesidad en la mediana edad y la demencia en la vejez. El tabaquismo también se relaciona con un mayor riesgo de deterioro cognitivo. La depresión en la vejez es un factor de riesgo particular para la enfermedad de Alzheimer y puede tener una base vascular subyacente.

La enfermedad cerebrovascular es un poderoso factor de riesgo de Dva. El riesgo de demencia después de un ACV depende de la edad y la carga/ubicación de la lesión del ACV (gravedad, ictus previo/recurrente, disfasia), junto con marcadores premórbidos de susceptibilidad/reserva cerebral (nivel educativo, dependencia premórbida, gravedad de la leucoaraiosis), cognición basal y diabetes. El ACV hemorrágico puede conllevar un riesgo de demencia ligeramente más alto que el ACV isquémico. Otro factor de riesgo modificable es la inflamación sistémica.

Mecanismos patogénicos subyacentes al DVC

La hipoperfusión crónica se ha implicado durante mucho tiempo en la patogénesis del DVC. Se ha documentado hipoperfusión cerebral en varios estudios transversales en la enfermedad de pequeños vasos (EPV), con menor sustancia gris global y flujo sanguíneo de la sustancia blanca (SB). Sin embargo, no queda claro si la reducción del flujo sanguíneo cerebral (FSC) es un factor causal o un reflejo de demandas metabólicas reducidas y si otros aspectos de la función neurovascular también están involucrados.

Neuropatología

La neuropatología de la Dva es heterogénea y compleja. Los sustratos neuropatológicos más ampliamente reconocidos incluyen infartos, hemorragias e isquemia hipóxica global. La lesión de la SB, incluida la desmielinización con o sin pérdida axonal, también es común en personas con Dva, pero no es específica y también puede ocurrir en el contexto de demencia neurodegenerativa. Del mismo modo, la atrofia cortical y la esclerosis del hipocampo pueden estar relacionadas con una lesión cerebral hipóxica tanto focal como difusa.

> Enfermedad de pequeños vasos: La EPV es un término general que incluye varios hallazgos patológicos, como infartos microscópicos, microhemorragias, arteriolosclerosis, aterosclerosis intracraneal, y angiopatía amiloide cerebral (AAC). Los infartos están presentes en ~ 50% de las personas mayores (90 años), y la mayoría son pequeños infartos graves o microinfartos. A diferencia de otras patologías relacionadas con la edad (ej., EA y cuerpos de Lewy), los infartos continúan aumentando en grupos de mayor edad.

La arteriolosclerosis, la aterosclerosis intracraneal y la AAC aumentan la probabilidad de infartos. Curiosamente, la arteriolosclerosis y la AAC también aumentan las probabilidades de demencia en personas mayores, incluso después del control de infartos y hemorragias.

Infartos pequeños y microscópicos: Estos juegan un rol clave en la Dva y otros síndromes de demencia, especialmente en personas mayores. Los infartos microscópicos son infartos que no se ven en el examen patológico grosero pero si microscópicamente, mientras que los infartos macroscópicos son visibles a simple vista.

Esta definición difiere notablemente de los estudios de imagen, que consideran cualquier infarto <3 mm como microscópico. El número, tamaño y la ubicación de los infartos, otras patologías coexistentes y la resiliencia clínica son factores importantes en la expresión de la patología.

>Infartos grandes: Los infartos grandes o quísticos (> 10 a 15 mm en su mayor dimensión) a menudo se relacionan con ateroesclerosis intracraneal o extracraneal de grandes vasos o enfermedad cardíaca. Tanto el tamaño como la ubicación de los infartos es importante en la aparición de demencia.

Microsangrados y otras hemorragias: Es bien sabido que la AAC se asocia con hemorragias lobares y VSP sin amiloide vascular, por ejemplo, en hipertensión, con hemorragias en los ganglios basales. Sin embargo, estas macrohemorragias son menos comunes que las hemorragias más pequeñas, microhemorragias y siderosis cortical superficial, resultante de una hemorragia subaracnoidea focal, que a menudo se observa en la AAC.

Los estudios de imágenes son mejores para la detección general de estas lesiones. El número, ubicación, tamaño y las patologías coexistentes pueden aumentar la probabilidad de deterioro cognitivo.

Superposición con patología neurodegenerativa: Aunque la Dva está presente en aproximadamente el 10% de las personas mayores con demencia, más comúnmente, la enfermedad cerebrovascular y la lesión isquémica coexisten con la enfermedad de Alzheimer y otras patologías neurodegenerativas. Varios estudios patológicos han demostrado que la demencia mixta o multietiológica es el tipo de demencia más común en el envejecimiento.

Imágenes

Son de vital importancia en el diagnóstico y tratamiento de la DVC. A pesar de que los infartos grandes, las alteraciones extensas de la SB o la atrofia avanzada pueden visualizarse por tomografía computada, la resonancia magnética (RM) es muy adecuada para visualizar y cuantificar alteraciones cerebrales relacionadas con EPV.

Anomalías de la sustancia blanca y gris en la EPV: La obtención de imágenes directas de los pequeños vasos penetrantes en la RM sigue siendo un desafío, especialmente en las intensidades de campo utilizadas habitualmente.

Aunque la RM de campo ultra alto mantiene el potencial para caracterizar vasos pequeños tanto en estructura como en función, la mayoría de las manifestaciones de neuroimagen capturadas por RM son alteraciones parenquimatosas que se cree surgen de patología de los vasos pequeños.

Las manifestaciones hemorrágicas de la EPV incluyen microhemorragias, hemorragias intracraneales más grandes, hemorragia subaracnoidea focal y siderosis cortical superficial. Los espacios perivasculares agrandados y la atrofia cerebral también son importantes sellos de imagen.

Puede observarse pérdida de volumen tanto en la sustancia blanca como en la gris, destacando que la EPV no es solo una enfermedad subcortical, sino también cortical. La presencia de atrofia cerebral ilustra que los marcadores de imagen en la EPV son inespecíficos, porque la pérdida de volumen cerebral es principalmente un sello distintivo de las enfermedades neurodegenerativas.

Cuantificación de la carga y progresión de la EPV:  Se han propuesto medidas cuantitativas para las anomalías en las imágenes de EPV como marcadores de carga de enfermedad y progresión en estudios transversales y longitudinales, así como en ensayos clínicos.

Sin embargo, cuantificar la EPV es un desafío. La calificación visual puede verse afectada por una baja confiabilidad entre evaluadores, y la medición volumétrica de HSB requiere mucho tiempo y muestra solo una asociación débil con déficits clínicos.

Conectividad y degradación de la red: La neuroimagen ha proporcionado evidencia de que el DVC puede ser un trastorno de la red cerebral. La conectividad estructural se puede determinar de forma fiable utilizando imágenes de difusión, tractografía cerebral y construcción de redes. El análisis teórico de grafos permite cuantificar las propiedades de las redes estructurales, y análisis recientes han demostrado que la estructura de red alterada puede explicar bien la asociación entre las lesiones de la EPV y los déficits cognitivos.

Manejo

Existe evidencia limitada de que las intervenciones para controlar los factores de riesgo vascular reduzcan el riesgo de demencia o deterioro cognitivo.  La Asociación Americana del Corazón/ Asociación Americana de ACV recomiendan verificar el estado de salud con Life's simple 7 (no fumar, actividad en niveles objetivo, dieta saludable de acuerdo con las guías actuales, índice de masa corporal <25 kg/m2, presión arterial <120/80 mm Hg, colesterol total <200 mg/dl y glucemia en ayunas <100 mg/dl) para mantener una salud cerebral óptima y proporcionan recomendaciones sobre el manejo de factores de riesgo.

Tratamiento sintomático

Las estrategias para el tratamiento sintomático de la Dva incluyen la prescripción de inhibidores de colinesterasa (galantamina, donepezil, rivastigmina) y del antagonista del N-metil D-aspartato memantina, entre otras. En diversos estudios, tanto los inhibidores e colinesterasa y la memantina mostraron pequeños beneficios sobre la cognición.

Sin embargo, con la excepción de donepezil, no hubo efectos beneficiosos en las escalas conductuales y funcionales según la impresión global de los médicos, cuestionando en parte su uso. Los planes de tratamiento en la Dva deben abordar en mayor medida las comorbilidades, el apoyo a pacientes y cuidadores y la maximización de la independencia.

Conclusiones y direcciones futuras

La evidencia destaca el rol crítico de la función neurovascular en el mantenimiento de la salud cerebral y la contribución significativa de las causas vasculares a la demencia con la edad.

A pesar de estos avances, persisten varias lagunas de conocimiento:

• La epidemiología del deterioro cognitivo por factores vasculares aún no es bien entendida. • Se necesita una comprensión más profunda de la patobiología para desarrollar nuevas intervenciones diagnósticas y terapéuticas.

• Se necesitan biomarcadores fiables para el diagnóstico precoz y seguimiento de la enfermedad.

• Hay un progreso limitado en el manejo DVC y Dva, y no hay disponibles tratamientos modificadores de la enfermedad.

• No hay pruebas suficientes de que el control de los factores de riesgo afecte el curso clínico de la enfermedad.

• En general el deterioro cognitivo en el anciano surge de múltiples patologías, siendo el componente vascular actualmente el único tratable y prevenible. Además, la demencia y el ACV comparten los mismos factores de riesgo, y el ACV duplica la probabilidad de desarrollar demencia, lo que justifica un esfuerzo para su prevención conjunta.

• En ausencia de tratamientos modificadores de la enfermedad, las medidas para prevenir la enfermedad cerebrovascular y promover la salud cerebral son las únicas opciones viables actualmente disponibles para contener la carga en rápida expansión de una de las enfermedades que más afectan al envejecimiento de la población mundial.


Resumen objetivo: Dra. Alejandra Coarasa

Encefalopatía urémica

 Autor/a: Dr. Gabriel Bucurescu EMedicine, Instant Access to the Minds of Medicine

Desarrollo

La uremia constituye la etapa final de la insuficiencia renal progresiva y la falla multiorgánica resultante: Se produce por la acumulación de metabolitos de las proteínas y aminoácidos y la falla concomitante de los procesos catabólicos, metabólicos y endocrinológicos renales. No se ha identificado un metabolito único como causa de la uremia. La encefalopatía urémica es una de las muchas manifestaciones de la insuficiencia renal (IR)

Fisiopatología

La causa exacta de la EU se desconoce. Son varias las sustancias orgánicas que se acumulan, incluyendo la urea, los compuestos de la guanidina, los ácidos úrico y hipúrico, varios aminoácidos, polipéptidos, poliaminas, fenoles y conjugados de fenoles, ácidos fenólico e indólico, acetoína, ácido glucurónico, carnitina, mioinositol, sulfatos, fosfatos y, "moléculas medianas." Los niveles de algunos compuestos de guanidina, incluyendo el ácido guanidinosuccínico, la metllguanidina, la guanidina y la creatinina, aumentan tanto en los pacientes urémicos no dializados como en los dializados.

En varias regiones del cerebro, los pacientes con falla renal terminal tienen niveles elevados de ácido guanidinosuccínico (>100 veces), metilguanidina (20 veces), guanidina (>100 veces) y creatinina (5 veces). También está comprometida la vía cinurénica, por la cual el triptofano se convierte en cinureninas neuroactivas. Otras anormalidades halladas en la EU son la acidosis, la hiponatremia, la hiperkalemia, la hipocalcemia, la hipermagnesemia, la sobrehidratación y la deshidratración.

Las fases iniciales de la EU se caracterizan por la presencia de niveles elevados de glicina, ácidos orgánicos (derivados de la fenilalanina) y triptofano libre, y niveles disminuidos de GABA en el líquido cefalorraquídeo. Se cree que el cerebro urémico utiliza menos ATP y produce menos ADP, AMP y lactato, coincidiendo con una disminución generalizada de la función metabólica.

La transketolasa, hallada principalmente en las neuronas mielinizadas, es una enzima dependiente de la tiamina, en la vía de la pentosa fosfato, que mantiene la vaina de mielina de los axones. Esta enzima es inhibida por el plasma, el líquido cefalorraquídeo, y las fracciones dializadas de bajo peso molecular (<500 Da). La actividad de la transketolasa de los eritrocitos es menor en los pacientes no dializados que en los dializados. El ácido guanidinosuccínico puede inhibir la transketolasa y la transmisión sináptica excitatoria en la región CA1 del hipocampo de la rata, lo cual puede contribuir con los síntomas cognitivos de la EU.

La EU involucra muchas hormonas cuyos niveles están elevados, como la parathormona, la insulina, la hormona de crecimiento, el glucagón, la tirotrofina, la prolactina, la hormona luteinizante y la gastrina.

Una combinación de factores, como la hipercalcemia y la disminución de los GABA y la actividad de la glicina conduce al balance alterado de los efectos excitatorios e inhibitorios que contribuyen con las alteraciones sistémicas asociadas con la EU.

La frecuencia de la EU es difícil de determinar y su prevalencia mundial se desconoce.

Sin tratamiento, la insuficiencia renal es fatal; la EU refleja el empeoramiento de la función renal, cuyos síntomas empeoran en la medida que la insuficiencia renal progresa. Sin tratamiento, la EU llega al coma y la muerte. Los pacientes requieren un tratamiento intensivo en unidades de terapia intensiva y diálisis para evitar las complicaciones y mantener la homeostasis.

Es más común en afroamericanos que en otras razas; 4:1 con relación a pacientes de raza blanca. La incidencia es igual en ambos sexos y todas las edades pueden estar afectadas aunque es mayor en mayores de 65 años.

Como resumen, puede decirse que:

-
La EU es una consecuencia de la insuficiencia renal
-Los síntomas comienzan en forma insidiosa y suelen ser primero detectados por los familiares o
o cuidadores.
-En muchos casos, el deterioro del sistema nervioso brinda la primera indicación de alteración metabólica.
-Los síntomas progresan en forma lenta o rápida.
-Los cambios en el sensorio comprenden pérdida de la memoria, falta de concentración, depresión, alucinaciones, irritabilidad, fatiga, insomnio, psicosis, estupor, catatonía y coma.
-Los pacientes pueden presentar alteraciones del lenguaje, prurito, calambres musculares o inquietud de piernas.

En el examen físico, los signos son variables y dependen de la gravedad de la encefalopatía. El examen neurológico va desde la normalidad hasta el estado comatoso. En la literatura se hallan casos de síndrome de Wernicke asociado con EU; este síndrome ha sido observado también en pacientes con demencia durante la diálisis, y el síndrome de desequilibrio durante la diálisis.

Signos físicos:

Mioclonías, calambres o fasciculaciones (síndrome de calambres y convulsiones urémicas postulado por Adams y colaboradores)
Asterixis
Disartria
Agitación
Tetania
Convulsiones, usualmente generalizadas, tónico-clónicas
Confusión, estupor y otras alteraciones del estado mental
Coma

La encefalopatía en diálisis (o demencia por diálisis) es una enfermedad subaguda, progresiva y fatal que se presenta en los pacientes sometidos durante largo tiempo a hemodiálisis. Se cree que es parte de una enfermedad multisistémica que incluye encefalopatía, osteomalacia, miopatía proximal y anemia.

La mitad de los pacientes puede presentar trastornos gastrointestinales inespecíficos atribuidos por algunos al aluminio del agua utilizada durante la diálisis. Los síntomas son disartria, apraxia, cambios en la personalidad, psicosis, mioclonías, convulsiones y demencia. En la mayoría de los casos, progresa hasta la muerte en 6 meses.

El síndrome de desequilibrio dialítico se presenta en pacientes en hemodiálisis. Los síntomas son cefaleas, náuseas, vómitos, visión borrosa, calambres musculares, desorientación, delirio, hipertensión, temblores y convulsiones. Tiende a ser autolimitada y dura varias horas. Se atribuye al efecto de la urea, la cual se depura del cerebro con mayor lentitud que en la sangre, causando un gradiente osmótico que provoca un flujo neto de agua al cerebro y edema cerebral transitorio.

Las complicaciones del trasplante renal pueden conducir a la EU. Se caracterizan por edema en la sustancia blanca. Los pacientes tienen riesgo de linfoma cerebral primario como así de infecciones oportunistas debido a la inmunosupresión prolongada.

La polineuropatía urémica es la complicación neurológica más frecuente de la insuficiencia renal

Causas de EU

La causa  exacta de la EU se desconoce. Las etiologías posibles son la acumulación de metabolitos y, quizás, el desequilibrio en los neurotransmisores excitatorios e inhibitorios. También pueden ser factores contribuyentes la parathormona y el calcio anormales.

Estudios de laboratorio

-Ionograma y estudios de función renal anormales

-Los estudios de rutina del líquido cefalorraquídeo tienden a ser normales

-Estudios por imágenes

-Las imágenes cerebrales tienen escaso valor

La tomografía computarizada y los estudios de resonancia magnética muestran atrofia cerebral y dilatación ventricular secundaria. Ante la presencia de cambios agudos en el estado mental, estos estudios permiten excluir la hemorragia intracraneana y el hematoma subdural. La resonancia ha mejorado en forma paralela a la mejoría de la creatininemia y los niveles de nitrógeno ureico en sangre.

Otras pruebas

El EEG seriado permite monitorear la progresión de la enfermedad mostrando un enlentecimiento generalizado coincidiendo con la gravedad de la EU.

En la uremia aguda, se observa voltaje bajo irregular con enlentecimiento del ritmo alfa dominante posterior y explosión de ondas theta ocasionales. Las descargas espiculares bilaterales pueden estar asociadas con mioclonías, como también pueden verse convulsiones parciales.

Luego de comenzada la diálisis, el EEG puede empeorar durante 6 meses antes de que la función renal comience a normalizarse lentamente. La diálisis por sí misma no afecta el EEG.

En la uremia crónica, el EEG se estabiliza durante el tratamiento dialítico a largo plazo. Cuando las alteraciones aparecen durante los períodos de deterioro que coinciden con fluctuaciones de la urea sanguínea, se observa actividad delta y theta, espículas generalizadas y mayor sensibilidad a la fotoestimulación.

El EEG durante el sueño puede mostrar estallidos de alto voltaje (12-13 ondas/segundo), falta de huso en el estadio 2 del sueño y explosiones lentas de alto voltaje con el despertar.

Los potenciales evocados (visuales, autidivos, somatosensitivos) tienen escaso valor.

Procedimientos

Hemodiálisis
Diálisis peritoneal
Trasplante renal
Intervención neuroquirúrgica en caso de hemorragia intracraneana o hematoma subdural

Hallazgos histológicos

Fibrosis meníngea, cambios gliales, edema, degeneración vascular, degeneración neuronal focal y difusa y, desmielinización focal

También se pueden observar

-Infartos pequeños, probablemente por hipertensión o necrosis focal
-Necrosis celular granular aguda cerebelosa

Los pacientes con demencia durante la diálisis muestran alteraciones espongiformes en la parte externa de las capas corticales, con aumento de los niveles de aluminio sérico en la corteza cerebral. Otros cambios incluyen pérdida neuronal, acumulación del pigmento lipofucsina y degeneración neurofibrilar en la corteza motora y en los núcleos rojo, dentado y olivar.

Tratamiento médico

Corrección del trastorno metabólico, comúnmente mediante la diálisis (hemodiálisis o peritoneal) o el trasplante renal, con los cuales mejora la función renal.

Las convulsiones pueden ser tratadas con anticonvulsivantes, en dosis más bajas que las usuales

Tratamiento de urgencia del hematoma subdural o la hemorragia intracraneana

Adecuar las dosis de los medicamentos que el paciente recibe al grado de función renal

Tratamiento de la hipertensión y las infecciones

Tratamiento quirúrgico

La cirugía en la EU está limitada al trasplante renal, el hematoma subdural o la hemorragia intracraneana, además del acceso vascular.

Interconsultas con otras especialidades

Terapia intensiva
Nefrología
Cirugía vascular
Neurocirugía
Infectología

Dieta
Hiposódica, hipoproteica.

Actividad del paciente

En general, si el paciente está muy enfermo, requiere reposo en cama, por lo menos en la fase aguda.

Una vez que se comienza la hemodiálisis, debe ser un plan de sesiones regular, pudiendo ser necesario trasladar al paciente a un servicio especializado.

Complicaciones

La EU se complica con coma y muerte ante la falta de tratamiento

Pronóstico

Favorable, dependiendo de la eficacia del tratamiento. Es necesario asesorar al paciente, sus familiares y cuidadores para que soliciten atención médica inmediata ante cualquier cambio del estado mental.

Aspectos legales

Las siguientes situaciones pueden motivar el inicio de un juicio por mala praxis
-Caídas accidentales
-Comienzo de complicaciones no diagnosticadas por el lento comienzo de los síntomas
-Toxicidad farmacológica por monitoreo inadecuado
-Insuficiencia renal no diagnosticada

Traducción y resumen objetivo. Dra. Marta Papponetti. Especialista Medicina Interna. Doc. Aut. UBA. Editora responsable Intramed.

Encefalopatía hepática

 Autor/a: Thiagalingam, P. Hepatic Encephalopathy: A Rapid Review

¿Qué es la encefalopatía hepática?

La encefalopatía hepática es una manifestación neurológica de insuficiencia hepática aguda, a menudo en pacientes con cirrosis descompensada. Se asocia con problemas cognitivos de larga data que empeoran con cada episodio.

Fisiopatología

La fisiopatología no se comprende completamente, pero en resumen, el amoníaco (y otras toxinas) que normalmente son metabolizadas por el hígado se acumulan en el suero. Cuando llegan al cerebro, aumentan la producción de glutamina provocando edema cerebral y encefalopatía. El edema cerebral y la encefalopatía empeoran con la inflamación, la inestabilidad hemodinámica y la hipotensión.

¿Cuáles son los precipitantes de la encefalopatía hepática?

  • Aumento de nitrógeno: sangrado GI, infección.
     
  • Disminución de la eliminación de toxinas: insuficiencia renal, estreñimiento, falta de adherencia a los medicamentos.
     
  • Alteración de neurotransmisores: alcohol, sedantes, hipoglucemia, hipoxemia.

¿Qué pasa con la ingesta dietética de proteínas?

Una dieta rica en proteínas puede aumentar los niveles de nitrógeno que contribuyen a la encefalopatía hepática. Sin embargo, la evidencia para limitar las proteínas en la dieta no es sólida y los artículos de revisión que consultamos tenían opiniones diferentes sobre esta práctica. Es importante tener en cuenta que los pacientes con cirrosis también pueden tener riesgo de sarcopenia, por lo que es importante optimizar el estado nutricional.

¿Cómo se presentan los pacientes?

La encefalopatía hepática se clasifica en una escala, donde un grado más alto corresponde a un peor pronóstico.

  • Grado 1: Alteración del estado de ánimo/comportamiento (depresión, euforia), ansiedad, disminución de la atención, hipersomnia/insomnio.
     
  • Grado 2: Desorientación (tiempo, lugar), apatía, letargo, dificultad para hablar, asterixis.
     
  • Grado 3: habla incoherente, somnolencia.
     
  • Grado 4: comatoso, que no responde a estímulos verbales o dolorosos.


Puntos clave de la historia

La encefalopatía hepática es un diagnóstico de exclusión. Descartar otras causas de alteración del estado mental: medicamentos, sustancias, abstinencia, sepsis, insuficiencia renal, traumatismo craneoencefálico.

  • Determinar la etiología probable de la enfermedad hepática.
     
  • Pregunte sobre la salud inicial y el estado neurológico inicial del paciente.
     
  • Evaluar el manejo crónico: endoscopía más reciente, peso, medicamentos, adherencia a los medicamentos, número promedio de deposiciones por día.
     
  • Preguntar por complicaciones previas: infecciones, várices, encefalopatía.

Detección de una causa de descompensación: síntomas infecciosos, sangrado gastrointestinal, estreñimiento, síntomas urinarios, procedimiento de derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS).

¿Cómo se evalúa la asterixis?

Nota del editor: La asterixis o flapping tremor es el trastorno neuromuscular más característico de la encefalopatía hepática, aunque no es patognomónico y puede estar ausente en fases avanzadas de la enfermedad. Consiste en un temblor aleteante que aparece fundamentalmente a nivel de las muñecas.

Maniobra

Puede pedirle al paciente que extienda los brazos con las muñecas extendidas y los dedos separados. No podrán mantener el tono en las muñecas, lo que dará como resultado movimientos descendentes breves, involuntarios, irregulares y asincrónicos. Esto puede ser mucho más sutil que el dramático “aleteo de manos” descrito en los libros de texto.

¿Qué pasa con un nivel de amoníaco?

Los niveles de amoníaco no están indicados para el diagnóstico de encefalopatía hepática. El amoníaco estará normalmente elevado en la enfermedad hepática debido a la disminución del aclaramiento. No cambiará la gestión en el entorno de emergencia.

Choosing Wisely Canada afirma: “No pida amoníaco sérico para diagnosticar o controlar la encefalopatía hepática (EH). Los niveles altos de amoníaco en sangre por sí solos no agregan ningún valor de diagnóstico, estadificación o pronóstico en pacientes con EH que se sabe que tienen enfermedad hepática crónica”.

¿Cuál es el manejo inicial de la encefalopatía hepática?

  • Como siempre, maneje el ABC. El estado mental alterado y la hematemesis por hemorragia varicosa son consideraciones importantes.
     
  • Evalúe los signos neurológicos focales, los signos de trauma u otras indicaciones para una TC de cabeza. Realice un examen neurológico detallado, incluida la presencia de asterixis.
     
  • Si hay ascitis con acumulación de líquido drenable, realice una paracentesis para descartar PBE.
     
  • Considere si se requieren antibióticos para la profilaxis de la peritonitis bacteriana espontánea (PBE) u otra infección.
     
  • Considere el tratamiento empírico de la encefalopatía de Wernicke: tiamina 500 mg IV.
     
  • Comenzar tratamiento específico para la sospecha de encefalopatía hepática (discutido más adelante).

Atención de apoyo: corregir los déficits de líquidos, electrolitos y glucosa. El potasio es particularmente importante. Incluso la hipopotasemia leve puede disminuir la excreción de amoníaco, por lo que se cree que corregir la hipopotasemia reduce los niveles de amoníaco en pacientes con encefalopatía hepática.

Evite los medicamentos sedantes y deliriógenos de acción prolongada.

¿Cuál es el tratamiento?

La lactulosa es la primera línea para estimular los movimientos intestinales (aunque la evidencia más reciente sugiere que PEG3350 puede ser superior). Se administra por vía oral a una dosis de 10 a 30 g (15 a 45 ml) cada 1 a 2 horas hasta que haya una evacuación intestinal.

En pacientes que no pueden tolerar la medicación por vía oral, los enemas son posibles. Después de lograr una evacuación intestinal, continúe con lactulosa de 2 a 4 veces al día con el objetivo de lograr 3 a 4 evacuaciones intestinales por día.

La rifaximina es un antibiótico no absorbible. Se utiliza como segunda línea o en combinación con lactulosa. La evidencia emergente sugiere que la monoterapia con rifaximina es superior a la monoterapia con lactulosa. Actualmente este medicamento se utiliza como terapia de mantenimiento en pacientes con encefalopatía hepática recurrente.

También se ha estudiado la neomicina y es tan eficaz como la lactulosa, pero rara vez se usa debido a su nefrotoxicidad, ototoxicidad y neurotoxicidad.

¿Cuáles son las complicaciones a tener en cuenta?

Puede producirse hipertensión intracraneal (HIC) si no se trata el edema cerebral. Los signos de HIC son hipertensión sistólica, bradicardia y respiración irregular. Del mismo modo, las convulsiones se pueden ver en estos pacientes.

¿Cuál es el pronóstico?

Desafortunadamente, el pronóstico de la encefalopatía hepática es muy malo. Después de un primer episodio, la tasa de supervivencia de 1 año es solo del 35-45%.

Disposición

Los pacientes con encefalopatía hepática de grado 1 que respondan al tratamiento inicial y tengan apoyo en el hogar pueden ser dados de alta con seguimiento ambulatorio. Sin embargo, la mayoría de los pacientes con HE de grado 1 o 2 requerirán ingreso. Los pacientes de grado 3 o 4 requieren atención a nivel de UCI.