jueves, 28 de junio de 2018

Paralisis de Bell

La reactivación de Varicela-Zóster es una causa de parálisis facial periférica en niños
La reactivación de este virus es una causa importante de parálisis facial periférica aguda en los niños entre 6 y 15 años de edad.
Autor: Dres. Furuta Y, Ohtani F, Aizawa H, Fukuda S, Kawabata H, Bergstrom T. Fuente: Comentario y resumen objetivo: Dr. Edgardo Checcacci Pediatr Infect Dis J. 2005 Feb;24(2):97-101.
La parálisis facial periférica en los niños puede causarse por un rango de desórdenes,  incluyendo la anomalía congénita, trauma, otitis media aguda, borreliosis de Lyme y lesiones neoplásicas del hueso temporal o glándula parótida. También podrían asociarse las infecciones virales con la parálisis facial. Por ejemplo, la reactivación del virus de la varicela-zoster (VZV) causa el síndrome de Ramsay Hunt con parálisis facial periférica aguda característica, acompañado por el zoster alrededor de la oreja o en orofaringe, y trastorno del octavo nervio craneal.

El virus Herpes simplex tipo 1 (HSV-1), virus de Epstein-Barr (EBV), cytomegalovirus (CMV), herpesvirus humano 6 (HHV-6) y el virus de las paperas se han informado como causantes de la parálisis facial periférica aguda en los niños. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes con esta condición, la causa permanece desconocida y el diagnóstico de parálisis facial periférica "idiopática"o parálisis de Bell's es realizado. La parálisis de Bell's responde al 24-61% de todos los casos de parálisis facial y es la forma más común en los niños. La mayoría de niños con esta parálisis se recupera sin inconvenientes; sin embargo, en ~4% la recuperación de los pacientes es incompleta y los secuelas ocurren incluyendo sinkinesis. 

La reactivación del HSV-1 frecuentemente se ha informado y ha sido uno de las causas más probables de esta condición en los adultos. La reactivación del VZV también puede causar la parálisis facial periférica aguda en ausencia de zoster. Los mismos autores del presente trabajo  mostraron en un estudio anterior que el herpes zoster es una causa subyacente de la parálisis de Bell's en los adultos. Esta forma de parálisis debe confirmarse como asociada al VZV por pruebas serológicas apropiadas y/o ensayos moleculares. Ha habido sólo unos estudios a la fecha donde el estudio virológico causa de parálisis facial periférica aguda en los niños se ha analizado. En el estudio presente los autores examinaron sueros apareados y saliva de los pacientes para herpesvirus e infecciones por virus de las paperas así como la infección por Borrelia.
Un total de 30 niños con parálisis facial periférica aguda fueron reclutados. Se analizaron los sueros pareados para evidencia de herpesvirus, virus de las paperas o infección de Borrelia. Se utilizó PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para descubrir el virus herpes simplex tipo 1 y virus varicela-zoster (VZV) ADN en las muestras de saliva.
Se obtuvieron los siguientes resultados: el síndrome Ramsay Hunt acompañado de las lesiones del zoster se diagnosticó clínicamente en 2 pacientes, y la reactivación del VZV fue  serológicamente comprobado. La reactivación del VZV en ausencia de zoster (herpes sin zoster) se diagnosticó en 9 pacientes con pruebas serológicas o PCR. Así la reactivación del VZV se demostró en 11 de 30 (37%) pacientes. El predominio de reactivación del VZV entre los pacientes entre 6 y 15 años de edad era significativamente más alto que en los menores de 5 años de edad (53% contra 9%, P = 0.023).

Los resultados presentados aquí indican que la reactivación del VZV (síndrome de Ramsay Hunt) es una causa importante de parálisis facial periférica aguda en los niños, sobre todo en aquéllos entre 6 y 15 años de edad. Sólo unos estudios a la fecha han analizado sueros pareados para evidenciar la reactivación del VZV en los pacientes pediátricos con parálisis facial. Hato et al informaron los datos de un estudio que incluyó a 311 niños. Sus resultados indicaron que la reactivación del VZV que lleva al síndrome Ramsay Hunt o herpes sin Zóster era la causa de parálisis facial en 16.7% de los casos (52 de 311), comparado con el 37% del presente estudio.

Esta diferencia podría ser el resultado del uso de pruebas serológicas diferentes. Hato et al usaron CF para diagnosticar el síndrome de Ramsay Hunt. Ellos describieron la apariención de vesículas herpéticas en 42 de 52 pacientes pediátricos con Ramsay Hunt el síndrome, incluyendo el herpes sin zóster; así 10 de 311 casos (3.2%) recibió este diagnóstico exclusivamente por CF. En el estudio presente, los autores usaron ELISA en  combinación con el análisis de PCR de muestras de saliva, y excluyeron a los pacientes que no se obtuvieron sueros pareados. Estos datos indicaron que el herpes sin zóster en 30% de los pacientes pediátricos. La reactivación del VZV, indicado por CF, no se diagnosticó en ninguno de los pacientes con síndrome Ramsay Hunt, indicando una más baja sensibilidad por CF que por ELISA.

Además, la parálisis facial en el Síndrome de Ramsay Hunt puede ocurrir en  momentos diferentes tanto en la fase temprana como en la fase de regresión de reactivación del VZV. Por consiguiente algunos pacientes con S. de Ramsay Hunt tienen valores de anticuerpos IgG anti-VZV altos en la visita inicial pero no muestran un aumento significativo en el valor del anticuerpo en sueros pareados. Estos resultados sugieren que el análisis de IgG anti-VZV y anticuerpos IgM de sueros pareados por ELISA debe realizarse rutinariamente para el diagnóstico de laboratorio de pacientes pediátricos con parálisis facial periférica aguda.

La efectividad del tratamiento con esteroides de niños con parálisis de Bell's es polémica dado que la mayoría de los pacientes se recuperan completamente, sin tener en cuenta el tratamiento. La proporción de curación completa para la parálisis facial adulta en los pacientes con  reactivación del VZV es más baja que para los pacientes con parálisis de Bell's. En el estudio presente, los pacientes pediátricos con reactivación del VZV mostraron una más baja proporción de recuperación que aquéllos con la parálisis de Bell's (73% contra 100%). La administración temprana de agentes antivirales y esteroides después del inicio de la parálisis causada por la reactivación del VZV se ha recomendado. Los agentes antivirales podrían inhibir la repetición del VZV en el nervio facial, y los esteroides podrían reducir su inflamación y edema cuando la parálisis ha ocurrido. No se demostró que los agentes antivirales beneficien a los niños con reactivación del VZV en el estudio presente, aunque el número de pacientes incluidos era pequeño. Se necesitan estudios clínicos más grandes para demostrar la efectividad de la terapia combinada que comprende a los esteroides y a los agentes antivirales, para los pacientes pediátricos con reactivación del VZV.

El ADN del HSV-1 se descubrió en la saliva de 2 pacientes durante la fase aguda de la parálisis facial. Dado que el HSV-1 puede alojarse asintomáticamente en la saliva y lágrimas de personas sanas, el descubrimiento del ADN del HSV-1 en las muestras clínicas de los pacientes con parálisis de Bell's no indica que este virus sea la causa directa de la parálisis facial. Varios estudios serológicos han mostrado que el predominio de anticuerpo al HSV entre los pacientes con parálisis de Bell's es más alto que entre los sujetos control. Estos resultados proporcionan evidencia indirecta de una asociación entre HSV-1 y la parálisis de Bell's. En  contraste, los datos de este artículo muestran un predominio relativamente bajo de anticuerpo anti-HSV-1 en los pacientes pediátricos con parálisis de Bell's (47%). Además ninguna diferencia significativa se observó entre el predominio de anticuerpo anti-HSV-1 en los pacientes pediátricos con la parálisis y aquéllos con la reactivación del VZV. Estos resultados sugieren que el HSV-1 no sea la causa principal de parálisis facial en los niños.

Entre este cohorte de 30 pacientes, la incidencia de reactivación del VZV era más alta en los niños más grandes (6-15 años de edad) con parálisis facial que en los niños más jóvenes (0-5 años). Hato et al también informaron una incidencia más alta de Síndrome de Ramsay Hunt, incluído el herpes sin zóster, en los niños mayores (7-15 años) que en los niños preescolares. Podría haber causas desconocidas adicionales de parálisis facial aguda en los niños más jóvenes, dado que la mayoría de los niños más joven de 5 años de edad son HSV-seronegativos y faltó la reactivación del VZV. Interesantemente 3 de 11 (27%) pacientes menores de 5 años de edad tenían anticuerpos IgM, aunque sólo 1 niño tenía un reciente episodio de parotiditis (por paperas). La reinfección por el virus de las paperas con ausencia de parotiditis se ha informado para constituir otra forma de parálisis facial inducida por paperas. De todas maneras se necesitan mas estudios para demostrar cualquier asociación entre parálisis facial periférica aguda e infección del virus de las paperas. La enfermedad de Lyme también se ha implicado en la patogénesis de la parálisis facial periférica aguda en los niños. Aunque la Isla de Hokkaido, en Japón, dónde se localiza el Instituto que realizó este trabajo, es una zona con enfermedad de Lyme endémica, la parálisis facial periférica aguda causada por la borreliosis de Lyme parece ser rara en esta área.

En conclusión, este estudio indica que la reactivación del VZV es una causa importante de parálisis facial periférica aguda en los niños, sobre todo entre los de 6-15 años de edad. Recíprocamente la reactivación del HSV-1 no es un factor significativo de parálisis de Bell's subyacente en la niñez. El diagnóstico apropiado de reactivación de VZV debe facilitarse por ELISA de sueros pareados de los pacientes pediátricos con parálisis facial periférica aguda. 

Enfermedad de Parkinson



Autor: Kalia LV, Lang AE The Lancet. Volume 386, No. 9996
Resumen
  • La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neurológica compleja. Tiene las características motoras del parkinsonismo asociadas con los cuerpos de Lewy y la pérdida de neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra. Actualmente se la reconoce como heterogénea, con características no motoras también importantes.
     
  • Asimismo, su patología afecta a extensas zonas del sistema nervioso, diversos neurotransmisores y acúmulos proteicos además de los cuerpos de Lewy. La EP aparentemente se produce por el complejo interjuego de factores genéticos y ambientales que afectan a numerosos procesos celulares fundamentales.
     
  • El diagnóstico es difícil en las primeras fases de la enfermedad al igual que el tratamiento de los síntomas en las fases avanzadas. No hay tratamientos que retrasen el proceso neurodegenerativo.

Introducción
La enfermedad de Parkinson (EP) es una enfermedad neurológica frecuente y compleja. Es una afección neurodegenerativa con muerte precoz de las neuronas dopaminérgicas en la parte compacta de la sustancia negra (substantia nigra pars compacta; SNpc).
El resultado es la deficiencia de dopamina en los ganglios basales que genera un trastorno del movimiento caracterizado por los síntomas motores parkinsonianos clásicos. La EP también se asocia con numerosos síntomas  no motores, algunos de los cuales aparecen más de una década antes de la disfunción motora.
No existen pruebas que permitan el diagnóstico definitivo en las primeras etapas de la enfermedad
El pilar del tratamiento de la EP es el tratamiento sintomático con fármacos que aumentan las concentraciones de dopamina o estimulan directamente los receptores de dopamina. La enfermedad afecta además a otros neurotransmisores y regiones del sistema nervioso fuera de los ganglios basales.
En la actualidad la EP se considera como un trastorno neurodegenerativo de progresión lenta que comienza años antes de que se pueda hacer el diagnóstico, implica múltiples zonas neuroanatómicas, se produce por una combinación de factores genéticos y ambientales y se manifiesta con una amplia gama de síntomas.
No existen pruebas que permitan el diagnóstico definitivo en las primeras etapas de la enfermedad. El criterio diagnóstico de referencia es la presencia de degeneración de la SNpc y la patología de Lewy en el examen posmortem.
Esta última consiste en acúmulos anormales de una proteína a-sinucleína, llamados cuerpos de Lewy y neuritas de Lewy. Las estrategias terapéuticas para muchas de las características discapacitantes que aparecen en las etapas tardías de la enfermedad son malas.
Estas características incluyen síntomas motores que no responden a los tratamientos dopaminérgicos o aparecen como complicaciones del empleo prolongado de fármacos dopaminérgicos, como así también un conjunto de síntomas no motores.
La mayor necesidad terapéutica no cubierta son tratamientos que disminuyan la velocidad de la neurodegeneración o detengan el proceso de la enfermedad. No obstante, los conocimientos sobre la patogénesis de la EP están aumentando y por lo tanto ayudando a identificar posibles blancos para modificar la enfermedad.
Cuadro clínico
Los síntomas motores clásicos de la enfermedad fueron descritos por James Parkinson en el siglo XIX y más tarde perfeccionados por Jean-Martin Charcot. Estos síntomas son bradicinesia, rigidez muscular, temblor de reposo y alteración postural y de la marcha (cuadro 1).
Las características motoras en los pacientes con enfermedad de Parkinson son heterogéneas y aún no hay consenso en la clasificación de los subtipos de la enfermedad. Las observaciones clínicas sugieren dos subtipos principales:
- con predominio del temblor (y ausencia relativa de otros síntomas motores) y
- sin predominio motor (que incluye fenotipos descritos como síndrome acinético-rígido y trastorno de la marcha con inestabilidad postural).
Otro grupo de pacientes tiene un fenotipo mixto o indeterminado con varios síntomas motores de gravedad comparable.
Cuadro 1: Criterios diagnósticos del UK Parkinson’s Disease Society Brain Bank
Paso 1: Diagnóstico del síndrome parkinsoniano
  • Bradicinesia (lentitud de inicio de los movimientos voluntarios con reducción  progresiva de la velocidad y la amplitud de las acciones repetitivas) y al menos uno de los siguientes:
     
  • Rigidez muscular
  • Temblor de reposo de 4–6 Hz
  • Inestabilidad postural no causada por disfunción visual primaria, vestibular, cerebelosa o propioceptiva
Paso 2: Criterios de exclusión de la EP como causa de parkinsonismo.
Uno o más de los siguientes sugieren otro diagnóstico
  • Antecedentes de ACV repetidos con progresión lenta de las características parkinsoniana
  • Antecedentes de traumatismos de cráneo repetidos
  • Antecedentes de encefalitis confirmada
  • Tratamiento con neurolépticos al comienzo de los síntomas
  • Exposición a 1-metil-4-fenil-1,2,3,6-tetrahidropiridina (MPTP)
  • Respuesta negativa a grandes dosis de levodopa (si la malabsorción es excluida)
  • Más de un familiar afectado*
  • Remisión sostenida
  • Características estrictamente unilaterales después de 3 años
  • Compromiso neurovegetativo grave temprano
  • Demencia severa temprana con trastornos de la memoria, el lenguaje y la praxis
  • Crisis oculogiras
  • Parálisis supranuclear de la mirada
  • Signo de Babinski
  • Signos cerebelosos
  • Presencia de un tumor cerebral o hidrocefalia comunicante en la tomografía computada
*Este criterio ya no se aplica .
Paso 3: Criterios positivos prospectivos que apoyan el diagnóstico de enfermedad de Parkinson
Se necesitan tres o más para el diagnóstico definitivo de EP
  • Comienzo unilateral
  • Temblor de reposo presente
  • Enfermedad progresiva
  • Asimetría persistente que afecta más el lado de comienzo
  • Excelente respuesta (70–100%) a la levodopa
  • Corea grave inducida por la levodopa
  • Respuesta a la levodopa durante 5 años o más
  • Curso clínico de 10 años o más
El curso y el pronóstico de la enfermedad difieren entre los subtipos; la enfermedad con predominio del temblor a menudo se asocia con menor velocidad de progresión y menos discapacidad funcional que la EP sin predominio del temblor.
Los trastornos del estado de ánimo y la constipación duplican el riesgo de sufrir EP
Las características no motoras son disfunción olfativa, deterioro cognitivo, síntomas psiquiátricos, trastornos del sueño, disfunción neurovegetativa dolor y fatiga. Estos síntomas son frecuentes al inicio de la enfermedad de Parkinson y se asocian con disminución de la calidad de vida relacionada con la salud. Las características no motoras con frecuencia están presentes antes del inicio de los clásicos síntomas motores.
Esta fase premotora o prodrómica de la enfermedad se puede caracterizar por alteración del olfato, constipación, depresión, somnolencia diurna excesiva y trastorno de conducta del sueño REM (movimientos rápidos de los ojos).
Se considera que los trastornos del estado de ánimo y la constipación duplican el riesgo de sufrir EP. La fase premotora puede ser prolongada, hasta de 12 - 14 años. Se supone que el proceso patológico que causa la EP está en marcha durante esta fase.
Es importante detectar esta etapa prodrómica ya que el tratamiento modificador, cuando esté disponible, podría prevenir o retardar la progresión de la enfermedad.
Al principio la enfermedad se puede controlar con tratamiento sintomático, pero a la medida que avanza, surgen complicaciones relacionadas con el tratamiento sintomático prolongado, entre ellas fluctuaciones motoras y no motoras, discinesia y psicosis que constituyen un desafío terapéutico.(Cuadro 2)
 
Cuadro 2: Complicaciones a largo plazo de los tratamientos dopaminérgicos para la EP
Fluctuaciones motoras
Alteraciones entre los períodos de buen control de los síntomas motores y períodos de poco control de estos síntomas
Fluctuaciones no motoras
Alteraciones entre los períodos de buen control de los síntomas no motores y los períodos de disminución del control de estos síntomas
Discinesia
Movimientos coreiformes o distónicos involuntarios, más frecuentes cuando las concentraciones de levodopa están en su máximo
Psicosis inducida por los fármacos
Las alucinaciones pueden ser fenómenos menores, como la sensación de que alguien está pasando por su campo visual periférico; también pueden ser alucinaciones visuales bien formadas y con menos frecuencia alucinaciones no visuales (auditivas, táctiles, olfativas; también puede haber delirios (a menudo con paranoia)
En las fases avanzadas de la EP se observa inestabilidad postural, rigidez de la marcha, caídas, disfagia y trastornos de la palabra. Los síntomas no motores son: incontinencia urinaria, constipación e hipotensión postural. Las probabilidades de demencia son del 83% si la enfermedad ha durado alrededor de 20 años.  Cuando el paciente es resistente a la levodopa necesita internación en una institución especializada y su expectativa de vida es limitada.
Factores de riesgo
La EP es la enfermedad neurodegenerativa más frecuente después de la enfermedad de Alzheimer. Su incidencia es de 10 - 18 por 100.000 años -persona. El género y la edad son factores de riesgo: es más frecuente en los hombres y aumenta exponencialmente con la edad llegando a su máximo después de los 80 años. Con el aumento de la expectativa de vida, se calcula que aumentará considerablemente en las décadas futuras.
Otros factores de riesgo son los ambientales:
  • Exposición a pesticidas.
  • Antecedentes de traumatismo de cráneo.
  • Consumo de beta-bloqueantes.
  • Actividad agraria y consumo de agua de pozo.
Los factores que reducen el riesgo son:
  • Tabaquismo.
  • Consumo de alcohol y de café.
  • Antiinflamatorios no esteroides y bloqueantes de los canales del calcio.
Investigaciones mostraron que los pacientes con EP pueden dejar de fumar más fácilmente que los controles, lo que sugiere que la asociación negativa con el tabaquismo podría deberse a una menor respuesta a la nicotina durante la fase prodrómica de la EP.
Existe una tendencia hereditaria en la EP y se han detectado varios genes con mutaciones, la más importante es la mutación en GBA que codifica para beta-cerebrooxidasa, pero hay varios locus también implicados.
El riesgo de sufrir EP es multifactorial y recién se está descifrando el complicado interjuego entre los diversos factores.
Anatomía patológica
La principal alteración anatomopatológica en la EP es la pérdida de neuronas dopaminérgicas en la SNpc. La pérdida de dichas neuronas en esta zona es probablemente la causa de los síntomas motores en los casos avanzados de EP.
Muchas otras regiones del cerebro presentan pérdida neuronal como el locus ceruleus, el núcleo basal de Meynert, el núcleo pedunculopontino, el rafe, el núcleo motor dorsal del vago, la amígdala y el hipotálamo. Otro signo patognomónico de la EP son los cuerpos de Lewy.
Braak et al, propusieron 6 etapas de cuerpos de Lewy, que se inician en el sistema nervioso periférico y van afectando en forma progresiva el sistema nervioso central. Existe relación entre el avance de los cuerpos de Lewy y la sintomatología. Las etapas 1 y 2 corresponderían al inicio de los síntomas premotores, la etapa 3 sería con la presencia de los síntomas motores debido a la deficiencia de dopamina nigroestriada y las etapas 4 a 6 coinciden con los síntomas no motores (alteraciones cognitivas) de la enfermedad.
Varios estudios post mortem mostraron una fuerte relación entre la demencia y la intensidad de patología por cuerpos de Lewy corticales. Estas formaciones serían las causales de la pérdida neuronal.
Sin embargo, en estudios más recientes se observó la presencia de otras moléculas como la alfa-sinucleína que forma una variedad de tipos de acúmulos. Uno de ellos serían ciertas formas oligoméricas de la alfa-sinucleína que podrían ser tóxicas para las neuronas.
También se detectaron otros acúmulos proteicos no relacionados con a-sinucleína, como placas beta-amiloide y ovillos neurofibrilares que contienen tau, las inclusiones proteicas características de la enfermedad de Alzheimer, con la misma cantidad y distribución que en esta.
Así, inclusiones de otras proteínas distintas a la a-sinucleína podrian actuar sinérgicamente con la patología de Lewy y contribuir a la expresión clínica dela EP.
Por último, con la identificación y caracterización de formas monogénicas de la EP, se halló que la enfermedad puede existir sin patología de Lewy. Esto sugiere que otras formas de acúmulos de a-sinucleína, así como inclusiones que contienen proteínas distintas a esta, son características anatomopatológicas importantes de la EP.
La neuroinflamación es otra característica anatomopatológica de la EP. Tanto la gliosis reactiva debida a los astrocitos activados como la microgliosis producida por activación de la microglía se hallan en las zonas de neurodegeneración.
Astrocitos y microglía participan en la eliminación de residuos extracelulares, lo que podría contribuir a la supervivencia de las neuronas. La microglía activada puede liberar factores tróficos, pero también especies reactivas del oxígeno y el nitrógeno y citosinas proinflamatorias. Aún no se ha determinado si el equilibrio entre estas acciones es favorable o perjudicial para las  neuronas.
Genética
En los últimos 15 años se efectuaron importantes descubrimientos en la genética de la EP. El primer gen identificado relacionado con la EP fue SNCA y las mutaciones del mismo se asocian con el parkinsonismo autosómico dominante. Las mutaciones causantes de enfermedad incluyen las mutaciones de sentido erróneo, que producen sustituciones de los aminoácidos y multiplicaciones del locus del gen.
Las sustituciones de los aminoácidos debidas a estas mutaciones de sentido erróneo o al aumento de la expresión de las proteínas producido por las multiplicaciones del locus del gen hacen que la a-sinucleína sea proclive a formar acúmulos.
La EP relacionada con SNCA es rara, pero el reconocimiento de las mutaciones de SNCA como causa genética de la EP condujo a identificar a una a-sinucleína como el componente principal de los cuerpos de Lewy y las neuritas. Además, ese hallazgo dio lugar al descubrimiento de un listado creciente de genes asociados con las formas monogénicas de la EP
Se sugirió que seis genes participan en las formas autosómicas dominantes de la EP: SNCALRRK2VPS35EIF4G1DNAJC13 y CHCHD2.
ParkinPINK1 y DJ-1 se asocian con las formas autosómicas recesivas de la EP.  A diferencia de la EP autosómica dominante, la EP autosómica recesiva se asocia más frecuentemente con inicio temprano (<40 años).
Patogénesis
En la patogénesis de la EP parecen estar implicados los procesos celulares que participan en la regulación de la homeostasis proteica, entre ellos las alteraciones de la agregación proteica, la circulación de proteínas intracelulares y el tráfico transmembrana y la eliminación de las proteínas por los sistemas ubiquitina-proteasoma y de autofagia por lisosomas.
La genética de la EP también sugirió un papel para las aberraciones en la estructura y la función sináptica en la patogénesis de la EP y confirmó la importancia de la disfunción mitocondrial ya mostrada en modelos de EP causados por toxinas (por ej.6-hydroxy-dopamine (6-OHDA) and 1-methyl-4-phenyl-1,2,3,6-tetrahydropyridine (MPTP).
Los patólogos también produjeron hipótesis comprobables sobre la patogénesis de la EP. Por ejemplo, la estadificación de Braak, que propuso que el proceso patológico se extiende en forma estereotipada de una zona cerebral susceptible a la siguiente.
Braak y colegas postularon que este proceso comienza en la periferia, posiblemente accede al SNC a través de la vía nasal o gástrica y se extiende entre las neuronas a través de las sinapsis.
Datos de cuatro casos de pacientes con EP que recibieron trasplantes de células mesencefálicas embrionarias en el putamen mostraron que las inclusiones tipo cuerpos de Lewy se podían desarrollar dentro de las neuronas trasplantadas. Este dato incentiva la sugerencia de que en la diseminación de la patología de la EP participa la transmisión tipo prion de a-sinucleína entre las neuronas.
La neuroinflamación es una característica de la anatomía patológica de la EP, pero aún no se sabe si favorece la neurodegeneración o protege de ésta. Datos de metanálisis de estudios del genoma identificaron un solo polimorfismo nucleótido dentro de la zona de antígenos de los leucocitos que afecta el riesgo de contraer EP, lo que sugiere susceptibilidad genética a la EP relacionada con la inmunidad.
Además, los resultados de estudios epidemiológicos que mostraron menor riesgo de EP con el empleo de antinflamatorios, específicamente antinflamatorios no-esteroides apoyan la hipótesis de que la inflamación podría promover un proceso patológico subyacente.
El empleo de los bloqueantes de los canales de calcio y las altas concentraciones de urato en plasma también se asocian con disminución del riesgo de EP. Resultados de estudios anteriores sugirieron que las neuronas SNpc son especialmente proclives a mayor estrés oxidativo mitocondrial porque tienen altas cargas de calcio intracelular que causan aumento de la actividad  mitocondrial.
Por eso los bloqueantes de los canales de calcio o el urato, un potente antioxidante, podrían proteger a las neuronas al disminuir las concentraciones de especies reactivas del oxígeno. La evidencia reunida apoya la participación de la inflamación y el estrés oxidativo en la patogénesis de la EP, aunque aún falta dilucidar los detalles mecanísticos.
Diagnóstico
Los marcadores más importantes son el deterioro olfatorio y la detección del trastorno de conducta del sueño
El diagnóstico de la EP se basa sobre la presencia de las características motoras del parkinsonismo: bradicinesia más rigidez y temblor de reposo.
No debe haber signos de alarma que sugieran otra causa de parkinsonismo, incluidas otras enfermedades neurodegenerativas, como la parálisis supranuclear progresiva, la atrofia multisistémica y la degeneración córticobasal. Los criterios del UK Parkinson’s Disease Society Brain Bank se emplean para el diagnóstico de EP (cuadro 1).
Estos criterios pueden alcanzar una sensibilidad de hasta el 90%. Aunque el criterio de referencia para el diagnóstico de EP es la evaluación neuropatológica, no hay criterios anatomopatológicos estándar aceptados generalmente.
El diagnóstico de EP depende de la presencia de pérdida neuronal de moderada a grave en la SNpc con cuerpos de Lewy en las neuronas SNpc supervivientes y ninguna evidencia patológica de otras enfermedades que puedan producir parkinsonismo. Otras entidades internacionales crearon un grupo de trabajo para definir criterios diagnósticos para la EP.
Se están investigando biomarcadores, especialmente para detectar tempranamente la EP antes del inicio de los síntomas motores. No existen fármacos que puedan retardar o detener la enfermedad, pero los fármacos modificadores de la misma pueden ser útiles en la etapa premotora.
Los marcadores más importantes son el deterioro olfatorio y la detección del trastorno de conducta del sueño REM mediante la polisomnografía.
Los candidatos a marcadores de estudios por imágenes son la tomografía por emisión de positrones (PET por las siglas del inglés) o la tomografía computarizada por emisión de fotón único (SPECT por las siglas del inglés) para medir la reducción en las terminales nerviosas dopaminérgicas de la SNpc que proyectan al núcleo estriado. Estas tecnologías pueden contribuir a diferenciar la EP con síntomas motores de los trastornos sin pérdida de neuronas SNpc (por ej, temblor esencial).
La capacidad de estos marcadores para efectuar esta diferenciación al inicio de la EP fue cuestionada tras los resultados de un estudio clínico que mostró una cantidad inesperada de pacientes con diagnóstico clínico de inicio de EP sin evidencia de deficiencia dopaminérgica.
El seguimiento longitudinal sugiere que la mayoría de estos pacientes probablemente no sufren EP. Es decir que PET o SPECT normales podrían descartar con exactitud el diagnóstico de EP y son anormales solo cuando hay pérdida considerable de neuronas dopaminérgicas en la SNpc y el objetivo es poder diagnosticar la enfermedad antes de que se produzca esta degeneración.
Otros marcadores se propusieron sobre la base del hallazgo de a-sinucleína en el sistema nervioso periférico, especialmente en el sistema nervioso entérico. Sin embargo, un estudio reciente proporcionó evidencia sólida de que la deposición colónica de a-sinucleína no es una prueba diagnóstica útil para la EP.
Se están estudiando otros marcadores en el líquido cefalorraquídeo, la saliva y la orina.
La a-sinucleína fosforilada en las fibras somáticas y autonómicas se identificó en biopsias de piel, pero hasta ahora en pacientes con EP ya diagnosticada.
Para personas con miembros de la familia con la forma monogénica de la EP las pruebas genéticas pueden ser útiles. Sin embargo, la mayoría de las causas  monogénicas de la EP son incompletamente penetrantes, de modo que una prueba genética positiva en una persona asintomática no brinda un diagnóstico definitivo.
En lugar de un único estudio podría ser necesaria la combinación de biomarcadores de estudios por imágenes, estudios bioquímicos y genéticos para una enfermedad tan compleja.
Tratamiento
Neuroprotección y modificación de la enfermedad
La bradicinesia y la rigidez responden a los tratamientos dopaminérgicos desde el inicio de la enfermedad
Los tratamientos actuales solo actúan sobre los síntomas de la enfermedad. El principal objetivo es utilizar fármacos modificadores de la enfermedad que puedan enlentecer o detener su progreso. El problema radica en que las causas de la EP son heterogéneas y en la neurodegeneración participan procesos celulares múltiples.
Una estrategia más eficaz podría ser actuar sobre diversas vías disfuncionales y moleculares con varios fármacos. Los posibles blancos farmacológicos para modificar la EP son la neuroinflamación, la disfunción mitocondrial y el estrés oxidativo, la actividad de los canales de calcio, la actividad de la cinasa LRRK2, así como la acumulación y la transmisión de célula a célula de a-sinucleína (incluidas las técnicas de inmunoterapia).
Las posibles intervenciones quirúrgicas son la acción sobre los blancos genéticos, el trasplante de células y la estimulación cerebral profunda de los núcleos subtalámicos.
Inicio del tratamiento sintomático
Los fármacos más importantes son los que aumentan las concentraciones intracerebrales de dopamina o estimulan sus receptores, entre ellas la levodopa, los agonistas de la dopamina, los inhibidores de la monoaminoxidasa tipo B y con menos frecuencia la amantadina.
El tratamiento se debería iniciar cuando los síntomas causan malestar o discapacidad y su objetivo es mejorar la calidad de vida.
La bradicinesia y la rigidez responden a los tratamientos dopaminérgicos desde el inicio de la enfermedad.
Los inhibidores de la monoaminooxidasa tipo B son solo moderadamente útiles. Los agonistas de la dopamina o la levodopa son necesarios para los síntomas más graves y la discapacidad progresiva. El temblor responde de forma errática al tratamiento de reemplazo de la dopamina. Los anticolinérgicos, como el trihexifenidilo o la clozapina pueden ser eficaces para el temblor.
Al decidir el tratamiento inicial de la EP se deben considerar las reacciones adversas inducidas por los fármacos. Los agonistas de la dopamina y la levodopa se asocian con náuseas, somnolencia diurna y edema y estos efectos suelen ser más frecuentes con la primera.
Los trastornos del control de los impulsos, como la ludopatía, la hipersexualidad, los atracones y los gastos compulsivos son mucho más frecuentes con los agonistas de la dopamina. Se los debe evitar en pacientes con antecedentes de estos problemas. Debido a que también se asocian más frecuentemente con alucinaciones no se los debe recetar a pacientes ancianos, en especial si sufren deterioro cognitivo.
La levodopa proporciona el mayor beneficio sintomático, pero su empleo prolongado se asocia con complicaciones motoras.
Manejo de las complicaciones del tratamiento prolongado
Las complicaciones del tratamiento dopaminérgico prolongado son características de la enfermedad avanzada. Incluyen discinesia y fluctuaciones motoras y no. motoras y psicosis.
Se cree que las fluctuaciones y la discinesia se producen, en parte, por la estimulación pulsátil de los receptores de dopamina del núcleo estriado, que se producen recién cuando las concentraciones intracerebrales de levodopa se vinculan más estrechamente con las concentraciones plasmáticas de levodopa.
Para reducir estas fluctuaciones se agrega un agonista de la dopamina, el inhibidor de la monoamina oxidasa tipo B, o el inhibidor de la catecol-O-metiltransferasa.
Una nueva levodopa oral de liberación prolongada, IPX066, recientemente aprobada por la FDA, reduce las fluctuaciones.
Otro enfoque para lograr concentraciones plasmáticas constantes de levodopa es la administración de un gel concentrado, estable, de levodopa-carbidopa intraduodenal a través de una sonda de gastrostomía endogástrica percutánea unida a una bomba de infusión portátil.
Los resultados fueron buenos. La infusión subcutánea del potente agonista de la dopamina, apomorfina, también puede ser útil para las grandes fluctuaciones motoras. Los tratamientos no dopaminérgicos, como amantadina y clozapina, pueden ser útiles para las complicaciones motoras.
La psicosis en la EP se trata eficazmente con clozapina, pero se debe controlar  regularmente el hemograma porque la clozapina se puede asociar con agranulocitosis potencialmente mortal. Con el control periódico del hemograma la agranulocitosis es infrecuente (riesgo 0.38%).
La quetiapina es menos eficaz, pero no es necesario el control hematológico. Otros neurolépticos se deben evitar porque con frecuencia agravan la EP.
Tratamiento de los síntomas no motores
Las opciones terapéuticas para los síntomas no-motores de la EP son limitadas. No obstante existen varios tratamientos que son eficaces en algunos pacientes para mejorar la discapacidad causada por los síntomas no motores, tales como síntomas psiquiátricos, trastornos del sueño, disfunción neurovegetativa y cansancio.
La depresión asociada con la EP se trata con antidepresivos, siendo los más empleados los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, como citalopram, escitalopram, fluoxetina, paroxetina y sertralina.
Tratamiento de la fase avanzada de la EP
Los síntomas motores y no motores de la fase avanzada de la EP no responden bien a la levodopa. Alteraciones de los neurotransmisores no dopaminérgicos, entre ellos acetilcolina, glutamato, norepinefrina y serotonina, contribuyen a los síntomas de EP.
En especial, la disminución de la acetilcolina debido a degeneración de las estructuras colinérgicas podría asociarse con demencia, así como con disfunción de la marcha y caídas en la fase avanzada de la EP. Por lo tanto, el inhibidor de la colinesterasa rivastigmina es eficaz para tratar la demencia en la EP y se están estudiando sus efectos sobre la marcha, el equilibrio y las caídas.
Tratamiento quirúrgico
Varios estudios mostraron que la estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico o el globus pallidus internus es eficaz para la EP de moderada a grave. La estimulación cerebral profunda talámica también es una opción para el tratamiento del temblor.
El tratamiento quirúrgico es una opción cuando los trastornos motores continúan respondiendo a la levodopa, pero las fluctuaciones motoras y la discinesia se tornan discapacitantes.
El tiempo promedio hasta la necesidad de tratamiento quirúrgico es de 10–13 años después del diagnóstico de EP.
Un estudio aleatorizado multicéntrico, (EARLYSTIM) señaló que la estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico tempranamente en el curso de la enfermedad (en promedio 7,5 años, con fluctuaciones motoras durante menos de 3 años) mejoraba la calidad de vida más que el mejor tratamiento médico. Los resultados de este estudio probablemente cambien la práctica actual de demorar las intervenciones quirúrgicas hasta más tarde en el curso de la enfermedad.
Conclusión
La enfermedad de Parkinson es compleja en su expresión clínica y tratamiento. Cabe esperar que mayores conocimientos sobre las vías moleculares y celulares que participan en el proceso neurodegenerativo produzcan biomarcadores útiles para el diagnóstico de la fase prodrómica inicial.
El resultado fundamental de las investigaciones en marcha sería la creación de tratamientos que modifiquen la enfermedad, que para ser eficaces deberían ser combinados y personalizados.
Resumen y comentario objetivo: Dr. Ricardo Ferreira

Diagnóstico de la esclerosis multiple

Diagnóstico de la esclerosis múltiple (en niños y adutos)
El diagnóstico de la esclerosis múltiple, los diferentes diagnósticos diferenciales, en especial otras enfermedades inflamatorias idiopáticas Autor: Brownlee WJ, Hardy TA, FazekasF, Miller H Lancet.2017 Apr 1; 389(10076):1336-1346.
Resumen
  • El diagnóstico de esclerosis múltiple se basa sobre los signos y síntomas neurológicos, junto con evidencia de la diseminación de las lesiones del SNC en el espacio y el tiempo. La RM suele ser suficiente para confirmar el diagnóstico, pero en algunos pacientes se debe obtener más información del examen del LCR y las pruebas neurofisiológicas.
     
  • Es importante diferenciar la esclerosis múltiple de otras enfermedades que se caracterizan por desmielinización (por ej, el trastorno del espectro de la neuromielitis óptica y la encefalomielitis diseminada aguda) y de enfermedades no desmielinizantes como la enfermedad crónica de los pequeños vasos y otras causas inflamatorias, granulomatosas, infecciosas, metabólicas y genéticas semejantes a la esclerosis múltiple.
     
  • Los adelantos en la RM y las pruebas serológicas y genéticas aumentaron mucho la precisión para distinguir la esclerosis múltiple de estas enfermedades.

 INTRODUCCIÓN
La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica, desmielinizante, del sistema nervioso central (SNC) en la que interviene la inmunidad. Se puede manifestar con cambios en la sensibilidad, la movilidad, el equilibrio, la función esfinteriana, la vista y la función cognitiva.
Aunque el curso de la enfermedad es muy variable, muchas personas llegan a sufrir discapacidad irreversible y la esclerosis múltiple es una de las principales causas de discapacidad neurológica en adultos jóvenes. La enfermedad se clasifica en recurrente-remitente o primaria progresiva según su curso inicial.
La forma recurrente-remitente es más frecuente, afecta al 85–90% de los pacientes y se caracteriza por recurrencias (episodios de disfunción neurológica que duran un mínimo de 24 hs 1) seguidos por períodos de remisión. La recuperación de las recurrencias es variable y puede ser incompleta.2 Esta forma de esclerosis múltiple afecta a adultos jóvenes (media de edad al inicio 30 años) y afecta 3 veces más a las mujeres que a los hombres.3
El diagnóstico precoz y certero de la esclerosis múltiple es esencial porque en la actualidad hay tratamientos eficaces
La evidencia sugiere que esta forma podría estar en aumento, especialmente en las mujeres.3 La esclerosis múltiple primaria progresiva (10–15% de los pacientes) se caracteriza por el aumento insidioso, de progreso lento, de la discapacidad neurológica, habitualmente sin recurrencias.2 Esta forma se manifiesta a mayor edad que la esclerosis múltiple recurrente-remitente (media de edad al inicio 40 años) y no hay diferencias según el sexo.
El diagnóstico precoz y certero de la esclerosis múltiple es esencial porque en la actualidad hay tratamientos eficaces para la forma recurrente-remitente. El diagnóstico se basa sobre la presencia de síntomas y signos clínicos y los datos de la RM, que es muy sensible para detectar las lesiones características del SNC.1

► DIAGNÓSTICO
♦ Síntomas iniciales
Las manifestaciones iniciales de la esclerosis múltiple varían según la ubicación de las lesiones y la forma de la enfermedad (recurrente o progresiva). Según sus síntomas, los pacientes pueden consultar a una amplia gama de médicos, desde generalistas a oftalmólogos o traumatólogos y si se sospecha esclerosis múltiple será necesaria la rápida derivación a un neurólogo.
El cuadro 1 muestra algunos síntomas y signos iniciales frecuentes y otros menos frecuentes que sugieren otro diagnóstico
Cuadro 1: Manifestaciones iniciales típicas de la esclerosis múltiple recurrente- remitente y algunas manifestaciones atípicas que sugieren otro diagnóstico
Manifestaciones típicas
• Neuritis óptica aguda unilateral
• Diplopia debida a oftalmoplegia internuclear o parálisis del sexto par craneal*
• Pérdida sensitiva facial o neuralgia del trigémino*
• Ataxia cerebelosa y nistagmo
• Mielopatía parcial
• Síntomas sensoriales
• Síntoma de Lhermitte
• Debilidad asimétrica de los miembros
• Tenesmo o disfunción eréctil
Manifestaciones atípicas
• Neuritis óptica bilateral o neuritis óptica unilateral con escasa recuperación visual
• Parálisis oculomotora total u oftalmoparesia fluctuante
• Náuseas, vómitos o hipo intratables
• Mielopatía transversa total con compromiso motor y sensitivo bilateral
• Encefalopatía
• Disminución cognitiva subaguda
• Cefalea o meningismo
• Cansancio o astenia
• Síntomas constitucionales
*En un adulto joven (<40 años)
Un primer episodio de disfunción neurológica, presumiblemente debido a esclerosis múltiple recurrente-remitente, se denomina como síndrome clínicamente aislado.2,5 Las manifestaciones más comunes de este síndrome son la neuritis óptica unilateral aguda, una mielitis parcial o un síndrome del tronco encefálico.5 Las características que sugieren desmielinización como causa son la edad <40 años, el comienzo agudo o subagudo en horas o días, la deficiencia máxima dentro de las 4 semanas del inicio y la remisión espontánea.
En cambio el inicio de la esclerosis múltiple primaria progresiva se caracteriza por síntomas de progreso lento, con frecuencia una paraparesia asimétrica que evoluciona en meses o años,6 o, con menor frecuencia una hemiparesia progresiva o ataxia cerebelosa o, muy raras veces, insuficiencia visual o demencia.6
Cuando se estudia al paciente con esclerosis múltiple, es importante determinar el inicio y la evolución de sus síntomas, así como detalles de síntomas neurológicos previos que podrían indicar un episodio precoz no detectado y contribuir a determinar el diagnóstico y el curso de la enfermedad. El examen neurológico es importante para detectar las zonas involucradas del sistema nervioso central y proporcionar evidencia de otras lesiones
♦ Enfoques de investigación
En el paciente con sospecha de esclerosis múltiple, se recomienda efectuar una resonancia magnética (RM), ya que las alteraciones cerebrales se encuentran en casi todos los pacientes con esclerosis múltiple comprobada.7 La RM también es útil para descartar otras patologías (una lesión compresiva en un paciente con mielopatía progresiva) o identificar alteraciones que sugieren otro diagnóstico.
La RM cerebral muestra lesiones hiperintensas multifocales T2 de la sustancia blanca en zonas características: periventriculares (incluyendo el cuerpo calloso), yuxtacorticales (corteza cerebral) e infratentoriales.9 Las lesiones de la médula espinal se observan en el 80–90% de los pacientes con esclerosis múltiple comprobada y hasta en la mitad de los que tienen síndrome aislado, generalmente en la médula cervical.10,11 Las lesiones se extienden sobre uno o dos segmentos vertebrales. Las lesiones se hacen más evidentes si se emplea el realce con gadolinio.
La red MAGNIMS propuso un protocolo estandarizado de RM a fin de contribuir al diagnóstico de la esclerosis múltiple.12 Junto con las imágenes cerebrales con orientación axial MAGNIMS recomienda la secuencia recuperada de inversión de flujo atenuado T2 sagital, para detectar lesiones yuxtacorticales y del cuerpo calloso y para diferenciar la esclerosis múltiple de otras enfermedades. 12,13
Se recomiendan imágenes ponderadas en T1 poscontraste en pacientes con lesiones cerebrales en la RM para el diagnóstico diferencial.12,13  Se recomienda la RM de la médula espinal en pacientes con mielopatía o cuando los datos de la RM cerebral no son diagnósticos de esclerosis múltiple.
En la mayoría de los pacientes con hallazgos típicos clínicos y de RM, no es necesario el examen del líquido cefalorraquídeo (LCR), pero contribuye al diagnóstico. Se pueden hallar aumento leve de los glóbulos blancos y las proteínas, aumento del índice de IgG y presencia de IgC con bandas oligoclonales que están ausentes en el suero.14 También se recomiendan pruebas neurofisiológicas de potenciales evocados en las vías visuales o auditivas.16
♦ Criterios diagnósticos y su aplicación clínica
El diagnóstico de esclerosis múltiple exige evidencia objetiva de las lesiones del sistema nervioso central diseminadas en tiempo y espacio y que no haya una mejor explicación para las manifestaciones clínicas y que se hayan considerado y descartado otros diagnósticos. 18 Con el empleo de los criterios McDonald 2010, el diagnóstico de esclerosis múltiple se puede realizar solo con la clínica, sin embargo la RM se emplea para aportar evidencia de la diseminación en tiempo y espacio. Aquí habría que incluir el Panel 2
Cuadro 2: Criterios diagnósticos McDonald 2010 para la esclerosis múltiple. Las viñetas muestran que se necesita más evidencia
Por lo menos dos episodios con evidencia clínica objetiva de por lo menos dos lesiones
Ninguno
Por lo menos dos episodios con evidencia clínica objetiva de una lesión
La diseminación en el espacio se evidencia por:

• Por lo menos una lesión T2 en por lo menos dos de cuatro zonas del SNC afectadas en la desmielinización: periventricular, juxtacortical, infratentorial, y médula espinal.

• Otro episodio clínico en un lugar diferente
Un episodio con evidencia clínica objetiva de por lo menos dos lesiones
Diseminación en el tiempo evidenciada por:

• Presencia simultánea de lesiones asintomáticas con realce de gadolinio y sin él en una sola RM o una nueva lesión T2 y/o con relace de gadolinio en la RM de seguimiento.

• Segundo episodio clínico
Un episodio con evidencia clínica objetiva de una lesión
Diseminación en el espacio evidenciada por:

• Por lo menos una lesión T2 en por lo menos dos de cuatro zonas del SNC típicamente afectadas en la desmielinización: periventricular, juxtacortical, infratentorial y médula espinal.

• Segundo episodio clínico en un lugar diferente
Diseminación en el tiempo evidenciada por:

• Presencia simultánea de lesiones asintomáticas con realce con gadolinio y sin él en una sola RM o una nueva lesión T2 y/o con relace de gadolinio en la RM de seguimiento.

• Segundo episodio clínico
1 años de progresión de la enfermedad
Presencia de dos de:

• Por lo menos una lesión cerebral T2 en por lo menos un zona característica de esclerosis múltiple: periventricular, juxtacortical, o infratentorial.

• Por lo menos dos lesiones T2 de la médula espinal.

• LCR positivo (por lo menos dos bandas oligoclonales no presentes en el plasma, aumento del índice IgG o ambos).
Para la recaída de la esclerosis múltiple debe haber evidencia de diseminación en la RM, con un mínimo de una lesión T2 en por lo menos dos de cuatro sitios de las siguientes regiones: periventricular, yuxtacortical, infratentorial y medular.1La diseminación en el tiempo exige mayor definición con gadolinio en el paciente asintomático y lesiones sin gadolinio en la misma RM o una nueva lesión en la RM de seguimiento.1
Los criterios de McDonald 2010 se aplican fácilmente y permiten el diagnóstico más temprano.19 Sin embargo, hay advertencias importantes cuando se emplean los criterios de la RM. Estos son para el diagnóstico de pacientes en los que se sospecha esclerosis múltiple, más que para diferenciar la esclerosis múltiple de otras enfermedades neurológicas.
La RM en pacientes con enfermedad cerebrovascular de los pequeños vasos y otros trastornos inflamatorios y no inflamatorios que afectan la sustancia blanca, e incluso en personas sanas, especialmente en ancianos, puede mostrar lesiones cerebrales que cumplen con los criterios de RM para esclerosis múltiple.21–24
Los criterios de McDonald se crearon y se probaron según un síndrome clínicamente aislado en pacientes con síntomas típicos de esclerosis múltiple y no se deben aplicar a pacientes con síntomas neurológicos inespecíficos, como parestesias, mareos o cefalea, en los que el diagnóstico es mucho menos probable.
♦  El síndrome radiológico aislado
Debido al empleo extendido de la RM ocasionalmente se detectan signos radiológicos de esclerosis múltiple en personas asintomáticas. Estas lesiones desmielinizantes se deben diferencian cuidadosamente de las lesiones inespecíficas de la sustancia blanca en la enfermedad cerebrovascular de los pequeños vasos y de las lesiones inespecíficas de la sustancia blanca, siendo esta última frecuente en pacientes con migraña. 21,24
La tercera parte de los pacientes con síndrome radiológico aislado se volverán sintomáticos en un seguimiento de 5 años (ya sea recaída o síntomas progresivos).29 La juventud, el sexo masculino y la presencia de lesiones corticales o dela médula espinal evidenciadas con realce de gadolinio pueden ser signos de futura esclerosis múltiple.29–31 Estos pacientes deben recibir recomendaciones adecuadas y un seguimiento apropiado.

► ESCLEROSIS MÚLTIPLE EN POBLACIONES ESPECIALES
♦ Niños
Hasta el 5% de los pacientes sufre esclerosis múltiple en la infancia, del tipo recurrente-remitente.32 En niños < 12 años la enfermedad puede tener manifestaciones diferentes de las de los adolescentes y adultos, como encefalopatía, deficiencias neurológicas multifocales (generalmente con compromiso del tronco encefálico o el cerebelo) y convulsiones.32 La RM puede tener lesiones T2 hiperintensas extensas y confluentes que muestran llamativa resolución en las RM.33 El cuadro clínico y los datos de la RM pueden ser sugestivos de encefalomielitis aguda diseminada.
Los niños de ≥ 12 años, generalmente presentan características clínicas y de RM similares a los adultos con síndrome clínico aislado.32,34 Los criterios McDonald 2010 poseen la misma sensibilidad y especificidad que para los adultos, pero no se deben aplicar cuando hay encefalopatía.
♦ Adultos mayores
Las personas de ≥ 50 años con esclerosis múltiple se consideran como de comienzo tardío de la enfermedad.36 En este grupo etario predominan los hombres. El diagnóstico es más difícil porque las lesiones de la sustancia blanca secundarias a enfermedad cerebrovascular de los pequeños vasos son frecuentes en las RM del cerebro.7,37 En estos casos es de gran ayuda la RM de la médula espinal, porque en los ancianos sanos no hay lesiones a este nivel.11 También son útiles la detección de bandas oligoclonales en el LCR y los potenciales evocados.
♦ Lesiones desmielinizantes atípicas
En la esclerosis múltiple, las lesiones cerebrales son pequeñas (< 1 cm de diámetro), ovoides con señal homogénea en secuencias de T2.9 Ocasionalmente, las lesiones desmielinizantes son atípicas, de mayor tamaño (> 2 cm de diámetro), con edema alrededor o de morfología diferente que sugieren neoplasia (glioma o linfoma primario del sistema nervioso central) o infección (absceso, leucoencefalopatía multifocal progresiva) y puede ser necesaria la biopsia. Las lesiones desmielinizantes atípicas también se observan en trastornos del espectro de la neuromielitis óptica y la encefalomielitis diseminada aguda.41

► DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial depende del cuadro clínico, con diferentes consideraciones en los pacientes con la forma recurrente-remitente o la progresiva.
El diagnóstico diferencial incluye varias enfermedades inflamatorias idiopáticas del SNC y otras afecciones que comprometen la sustancia blanca (leucodistrofias hereditarias, vasculopatías y trastornos metabólicos) y otras enfermedades neuroinflamatorias (sarcoidosis, vasculitis y enfermedad de Behcet).
♦ Encefalomielitis aguda diseminada
Se trata de una enfermedad inflamatoria desmielinizante del SNC que afecta principalmente a los niños. Se caracteriza por deficiencias neurológicas multifocales y encefalopatía. Los hallazgos de RM incluyen lesiones bilaterales de gran tamaño (> 1–2 cm) de la sustancia blanca. El LCR muestra linfocitosis y aumento de proteínas. Las características clínicas, los estudios por imágenes y los análisis de la encefalomielitis aguda diseminada y de la esclerosis múltiple se superponen y para el diagnóstico de la encefalomielitis debe haber alteraciones en el nivel de conciencia, cambios de conducta y de las funciones cognitivas.
♦ Trastornos del espectro de neuromielitis óptica
Esta infrecuente enfermedad se confunde fácilmente con la esclerosis múltiple y el mejor método para identificarla es la presencia de anticuerpos IgG patogénicos contra acuaporina 4 (AQP4-IgG). Afecta casi exclusivamente a mujeres a partir de los 39 años. Su identificación es importante porque el pronóstico y el tratamiento difieren sustancialmente de los de la esclerosis múltiple y cuanto más pronto se la trate mayores son las posibilidades de reducir la gravedad del cuadro.44,48
El cuadro clínico se caracteriza por neuritis óptica bilateral, a diferencia de la esclerosis múltiple que es unilateral y se asocia con escasa recuperación de la vista. Incluye además mielitis transversa. Las lesiones características comprometen más de la mitad de la longitud del nervio óptico. El curso de la enfermedad en la mayoría de los pacientes es recurrente con acumulación de discapacidad en el tiempo. Los episodios de mielitis se asocian con lesiones longitudinalmente extensas de la médula espinal en la RM (por lo menos tres cuerpos vertebrales) con compromiso de la médula central.49 En cambio en la esclerosis múltiple las lesiones comprometen solo uno o dos cuerpos vertebrales y son periféricas.

⇒  Controversias y dudas
Si bien se efectuaron progresos importantes en el diagnóstico de la esclerosis múltiple, aún persisten dudas. La importancia de los estudios por imágenes 65 y el análisis del LCR 66 son lo más discutido. Las recomendaciones aconsejan la RM de la médula espinal en pacientes con síntomas de mielopatía o cuando los datos de la RM cerebral no son diagnósticos de esclerosis múltiple.12
Sin embargo, las lesiones de la médula espinal pueden ser muy útiles para diagnosticar la esclerosis múltiple (las lesiones de la médula espinal no se producen con el envejecimiento saludable ni con la enfermedad cerebrovascular 11 y proporcionan más evidencia de diseminación en el espacio10) y podrían proporcionar importante información pronóstica.67
Por ello se propuso el estudio por imágenes de toda la médula espinal en todos los pacientes con presunta esclerosis múltiple.68 Los criterios de McDonald 2010 no exigen un examen del LCR.66 La sensibilidad de las bandas oligoclonales es inferior al 100% y podría ser mucho más baja en personas con un primer episodio desmielinizante,15 que suele ser cuando se efectúa la punción lumbar. Sin embargo, las bandas oligoclonales podrían brindar más información15.
El realce de las lesiones con gadolinio proporciona evidencia de la diseminación y también puede ayudar en el diagnóstico diferencial.1, 12 Las recomendaciones aconsejan obtener imágenes ponderadas T1 poscontraste.12.
Los criterios de RM para la esclerosis múltiple exigen un equilibrio entre la sensibilidad (diagnóstico precoz) y la especificidad (diagnóstico correcto). El equilibrio óptimo entre sensibilidad y especificidad con el empleo de los criterios de la RM es incierto. El empleo de los criterios de McDonald brinda el diagnóstico de la esclerosis múltiple considerablemente antes que con los criterios clínicos solos y facilita así un tratamiento más temprano.19.
Los datos tradicionales de la RM cerebral son solo modestamente pronósticos de discapacidad a largo plazo 8 Los criterios de McDonald identifican un subgrupo de pacientes con un episodio único y evidencia en la RM de diseminación en tiempo y espacio, que no experimentan otras recurrencias aún con seguimiento alejado.71
Anteriormente se hubiera considerado que este grupo sufría el síndrome clínicamente aislado en lugar de esclerosis múltiple. Los cambios en el criterio diagnóstico podrían estar cambiando favorablemente el pronóstico aparente de la esclerosis múltiple (el llamado fenómeno de Will Rogers), independientemente de cualquier efecto de los tratamientos de la enfermedad y aunque el curso de la misma no haya cambiado72

⇒  Conclusiones y perspectivas a futuro
Los criterios diagnósticos actuales para la esclerosis múltiple integran los datos clínicos y los de la RM y permiten un diagnóstico más temprano y fiable de la enfermedad que los datos clínicos solos, lo que puede facilitar el tratamiento más temprano. La mejor forma de aplicar los criterios es en cada paciente que tiene síntomas y signos típicos de esclerosis múltiple y una vez descartados los diagnósticos diferenciales pertinentes. Si persiste la incertidumbre diagnóstica se puede obtener más información con el examen del LCR y con los potenciales evocados.
A pesar de la utilidad de los criterios de McDonald, la red MAGNIMS propuso recientemente varias modificaciones, como la inclusión de las lesiones del nervio óptico, las lesiones corticales y las sintomáticas en la diseminación en el espacio y la estandarización de los criterios de diseminación en el espacio para la esclerosis múltiple recurrente-remitente, la esclerosis múltiple primaria progresiva y el síndrome radiológico aislado.68 Algunas de estas recomendaciones se basan en la evidencia 73,74 y otras en el consenso de especialistas.
Nuevas versiones de los criterios de McDonald podrían permitir la inclusión de nuevas técnicas de RM con mejor especificidad patológica.12, 68 La materia gris cortical con frecuencia es afectada por la esclerosis múltiple, pero las lesiones corticales raras veces se ven en las secuencias habituales de la RM. Se ven mejor con la secuencia de doble inversión recuperación (DIR) o las técnicas de recuperacióh de la inversión sensible a la fase .73,75  Las lesiones de la materia gris cortical podrían ser útiles para diagnosticar esclerosis múltiple  y no se hallan en el trastorno del espectro de la neuromielitis óptica 76 o la migraña.24
Las lesiones de la esclerosis múltiple tienen una distribución perivenular y al emplear  T2* o estudios por imágenes ponderados por susceptibilidad de RM se puede detectar una vena central en la mayoría de las lesiones de esclerosis múltiple.77 La presencia del signo de la vena central podría ayudar a diferenciar la esclerosis múltiple del trastorno del espectro de la neuromielitis óptica78 y las lesiones de la sustancia blanca debidas a enfermedad de los pequeños vasos, la migraña y el envejecimiento saludable.77
Las investigaciones también se centran en nuevos biomarcadores del LCR y de los líquidos corporales que se asocian con la aparición de esclerosis múltiple en pacientes con el síndrome clínico aislado, aunque aún se debe determinar su utilidad para diferenciar la esclerosis múltiple de otras enfermedades.79
La evidencia de que el adelgazamiento de la capa de fibras nerviosas del nervio retiniano se observa en la esclerosis múltiple significa que la tomografía de coherencia óptica se podría emplear para el pronóstico de la progresión desde el síndrome clínico aislado a la esclerosis múltiple y podría contribuir a diferenciar a esta del espectro de la neuromielitis óptica 80 y del síndrome de Susac.81
Los criterios diagnósticos para la esclerosis múltiple y los trastornos del espectro de la neuromielitis óptica cambiaron en los últimos años a medida que fueron surgiendo nuevos datos anatomopatológicos, inmunológicos, de estudios por imágenes, clínicos y terapéuticos. Cabe esperar cambios a futuro en los criterios diagnósticos para la esclerosis múltiple y otras enfermedades inflamatorias del SNC a medida que los conocimientos y la experiencia clínica evolucionan.
Resumen y comentario objetivo: Dr. Ricardo Ferreira